En los últimos años, las despedidas de soltero y soltera han ganado popularidad como celebraciones desenfrenadas que, en ocasiones, traspasan los límites del buen gusto. En particular, el uso de disfraces sexuales en espacios públicos ha generado una preocupación creciente en nuestras comunidades. La propuesta de una normativa municipal que prohíba este tipo de disfraces en la vía pública no solo es razonable, sino necesaria. Los espacios públicos deben ser lugares donde todos, independientemente de su edad o creencias, se sientan cómodos. Disfraces con connotaciones sexuales pueden resultar ofensivos, especialmente para familias con niños y adultos mayores. La calle es un espacio compartido, y como tal, merece un respeto que fomente la convivencia armónica. Algunos podrían argumentar que se trata de una expresión personal o un acto de diversión inocente. Sin embargo, la libertad individual no puede ir en detrimento del bienestar colectivo. Los disfraces de carácter sexualizados cruzan una línea que transforma una celebración privada en una intrusión en el espacio común. Promover una normativa municipal que regule estas conductas es sin duda el camino correcto.
Dignidad en los espacios públicos
Acierta el Ayuntamiento al poner coto al turismo de borrachera, ya que la libertad individual no puede ir en detrimento del bienestar colectivo y algunas imágenes en nuestras calles resultan dantescas
03/12/2024
Actualizado a
03/12/2024
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