Al contemplar la ciudad de León por la noche y desde alguno de los altos que la rodean, preferentemente desde Las Lomas o La Candamia, algunos ven en la silueta de la Catedral iluminada algo parecido a una tarta, un regalo para la vista que se levanta del resto de la silueta de esta capitalona. Otro edificio llama la atención de los visitantes y cada vez menos de los leoneses, que ya nos hemos acostumbrado a verlo y a verlo abandonado: el teatro Emperador. No está iluminado ni por dentro ni por fuera, y lo cierto es que ahora sabremos, gracias a la información que hoy publica este periódico, que pese a las promesas, las declaraciones de intenciones, los titulares peleados por nuestros dirigentes, pese la gran cantidad de usos o destinos que se le ha querido dar a este enclave que es patrimonio cultural y sentimental de leoneses, si preguntas en el Ministerio de Cultura no tienen ni idea de lo que les estás hablando. Sigue en «los estudios previos necesarios para preparar la licitación para la rehabilitación». Se parece mucho a no haber hecho nada entre tanto cambio de Gobierno y tanta pugna por lo que no toca.
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