Que el futuro de la provincia de León no pinta demasiado claro es una obviedad. Sin embargo, desde un punto optimista, no se puede decir que la capital y su entorno no sepan por dónde pasa el camino para potenciar su economía. Y es que el anuncio de la puesta en marcha de la nueva sede de Scayle, el Centro de Supercomputación de Castilla y León, que se pondrá en marcha este año y que empleará a un centenar de personas, es un buen ejemplo de en torno a qué debe pivotar la apuesta por esta tierra: las nuevas tecnologías.
En unos días en los que la ubicación de la nueva sede del Centro Nacional de Ciberseguridad es tema central y cuya ubicación en otro lugar de España supondría toda una amenaza para el Incibe ante la incertidumbre de saber cómo se interrelacionarán estas agencias entre ellas, parece claro que León tiene todo para convertirse en un polo importante en este sector como también lo quiere ser en la industria biofarmacéutica. Hace unas semanas los leoneses salían a la calle pidiendo un futuro para su tierra y si las administraciones quieren echar una mano, el camino ya lo tienen marcado.