Hay mensajes que no por repetidos pierden su importancia. Y los hay incluso tan importantes que nunca están de más por si de alguna manera pudieran servir para mejorar una determinada situación, aunque fuera mínimamente. Es el caso de los mensajes de precaución a la hora de ponerse al volante. Lo hemos dicho muchas veces en estas líneas. Nada hay que celebrar hasta que la cifra de fallecidos sea cero, pero mucho menos si se están registrando datos tan dramáticos como los de este año en la provincia de León. Las carreteras se han cobrado ya dieciséis vidas, cuatro más que a estas alturas del pasado año y dos más que en todo el 2022. Por eso es un drama repetido, porque el pasado año prácticamente se duplicaron las víctimas mortales, pero no por eso debemos dejar de lanzar el mensaje y de llamar a la prudencia de los conductores –no olvidemos que nunca pasa nada hasta que pasa– y a la responsabilidad de las instituciones, que han de redoblar sus esfuerzos a la hora de mantener las carreteras, sobre todo las convencionales, que siguen siendo las que acaparan los accidentes mortales.
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