El sentido (común) de la justicia

En el día en que parecía que todo lo que tenía que ver con la política nacional venía de la mano de la amnistía a los líderes independentistas catalanes, otra noticia ha alcanzado la esfera nacional y, tristemente, nos encontramos otra vez con la presencia de León en la misma. En este caso, de la Audiencia Provincial, donde se ha dictado una sentencia que ha llamado la atención por todo el país: la que reducía la condena a un violador porque algunos de los comportamientos que se consideraban delito forman parte de la «cultura gitana». Lo cierto es que resulta bastante difícil de entender el argumento, y de hecho el Gobierno salió ayer al paso diciendo que recurrirá la sentencia. «Las relaciones fueron consentidas, ya que, según las costumbres gitanas las niñas se casan a partir de los 12 años y, un año antes había empezado a tener relaciones sexuales completas, sabiendo que se podía quedar embarazada y conociendo la repercusión directa de los actos de naturaleza sexual», dice la sentencia. En un contexto en el que todo el mundo opina sobre lo que es justo y lo que no, o sobre lo que debería serlo, a la justicia parece que le falta a veces el más mínimo sentido común.