La situación es de un acusado estrafalario. Las municipales están a vista de pájaro y en el Partido Popular, una vez más, se rifan hostias como panes. De todos los colores, que diría el mítico Luis Aragonés en su época de seleccionador nacional. Porque la realidad que subyace en la sede del Paseo de Salamanca –aunque lo nieguen en público quienes la habitan o disfrutan– es que no saben lo que les espera con la díscola Margarita Torre y sus extemporáneas reacciones. Sin embargo lo sospechan. Se encuentran sobrepasados por la situación. La lealtad al partido, cuentan, les ha impedido provocar un motín. La lealtad y el canguelo, cabría añadir. El miedo es libre y cada cual lo administra como mejor cree. Nadie quiere dar el primer paso. Ni el último.
Total, que después de haber tragado con piedras de molino por alguna extraña ecuación que no se atreven a discernir, las cábalas sobre qué tipo de apoyos tiene la medievalista para haberse mantenido en la candidatura al Ayuntamiento de la ciudad, se disparan. Los más próximos al partido, y no, naturalmente, los más cercanos a la retadora, se hacen lenguas para dar con la piedra filosofal que les aclare la interrogante. ¿Quién está detrás de ella? ¿Quién la apoya a machamartillo, haga lo que haga y pase lo que pase? ¿Qué poder ‘oculto’ la apuntala? Por mucho menos –o, mejor dicho, por nada– los hay que han salido zumbando de la pista central, traicionados y apuñalados por la espalda. Eso sí, con la dignidad intacta y tremolando la bandera de la honradez por toda la ciudad y sus contornos. Y tiene nombre propio: el exalcalde Emilio Gutiérrez, a quien todavía el PP debe una satisfacción. Desde el año 2015, que ya llovió. Pero él no se llama Margarita.
Si se repasa la historia del partido durante los últimos años, se dan con hechos inverosímiles cuando de política municipal se trata. La memoria, a veces, es frágil, sí, pero no tonta y complaciente, como algunos pretenden. Los trapisondistas del ramo, quienes lo aplauden todo con tal de mantenerse en primera línea (?)y salir en la foto, se aferran a lo contrario: a la desmemoria colectiva. A los mundos de Yupi. Qué torpes. A algunos, en plan omnímodo, sólo les faltaría una piruleta entre las manos.
Como se decía en la calle Puerta Moneda en tiempos pasados, a la ‘señá’ Margarita Torre se le ha consentido todo. Y se le sigue consintiendo. Sin atender a razonamientos. A su libre albedrío. Y, de manera unilateral, ha dicho que dejará gobernar (el Ayuntamiento) «a la lista más votada». ¡Ole! ¿Y el PP, es decir, Ester Muñoz, qué opina?, pues nada. ¡Qué va a decir! Si José Antonio Diez saca un voto más que Torre gobernará. Lo ha dicho doña Margarita. Ella es el partido. Manda. Y cógela por el rabo. A la mosca, claro.
El poder omnímodo
23/04/2023
Actualizado a
23/04/2023
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