Me cobijo bajo el estruendoso silbido del vientoen La Reguera. Bajo aquella luz antracitaquetiznaba mis sueños adolescentes.
Una vez más, aunque se me considere cansina, reiterativa o pesada hasta lo imposible retorno a mi pasado atropelladamente porque en el fondo deseo finalizar pronto y contar desde este hoy apagado, triste, sin minas, silencioso (gorriones,petirrojos, alondras, colibríes, lavanderas, estorninos ya no entonan su canto próximo a La Reguera. El arroyo ya no existe, la tolva, envuelta en un silencio cerril tampoco ejerce. Un monolito con unas rosas construye la memoria de unos hombres y mujeresmemorables rescatados del olvido en Los Barracones).
Y como quiera que mi pensamiento se ve atrapado en el pasado, su continuidad firme o de variada refiero que hace bastantes años llegué a Fabero con mis padres y hermano procedente de Busmayor donde nos había atrapado la necesidad. Era mi primer viaje, tal como explica Miguel Ángel Varelaen Viajes Necesarios, libro marcado por la necesidad como la de todos aquellos inmigrantes que recalaron aquellos años en esta aldea de campesinos pobres quienes con el trabajo en las minas mejoraban sus necesidades.
Me cobijoesta tarde especial, avanzada, capitalina. Con el gesto triste. Vendrá a mis labios sí, a, impactante, leonesa en confinamiento perimetral. Vendrá a mis labios, sí,el magnífico libro escrito por Eloy Terrón, faberense, campesino, minero y filósofo titulado Los trabajos y los hombres (la desaparición de la cultura popular en Fabero del Bierzo). Libro valiosísimo para conocer el paso del Fabero campesino al minero. Gracias, pues, a tan necesario libro, sabemos que «todo giraba en torno a la agriculturade subsistencia: la dedicación de las tierras de cultivo, prados, eiros de pan, huertas, linares, etc; las habilidades de todos los aldeanos, la estructura de la casa, los instrumentos y aperos, molinos, hornos; el noviazgo, el matrimonio; la educación de los hijos, las devociones (los santos predilectos […} y la cultura popular».
Restan pocos días para Los Santos. Una eternidad cercana al Pozo Julia galopa enlentecidamente por el cementerio de Otero de Naraguantes. Un manzano cuyo fruto nadie come reaparece en mis sueños. Mis padres me aguardan. Hablamos. Desfilan por mi vida. Como todo lo que comienza todo acaba. Carta cabal esta noche y sus sedas.
Esta noche y sus sedas me cobijan. Un viento alazánsilba en minas y chamizos.
El silbido del viento
24/12/2021
Actualizado a
24/12/2021
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