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Electrónicas

26/05/2024
 Actualizado a 26/05/2024
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En un artículo reciente de El País se hablaba de una tendencia nueva (me imagino que llegada acá con viento del oeste) que consiste en celebrar fiestas cuyo momento álgido es una presentación de Power Point, lo cual es un cortazo de rollo tremendo. Una cosa es introducir el elemento festivo en los eventos divulgativos y otra mucho menos atinada (Sónar aparte) es convertir la fiesta en un evento divulgativo. Añadía el mismo artículo que hay quien cree que, con esos síntomas, la fiesta está moribunda. 

Pero me da que patinó el agorero, eso sí que no. Fijándonos en el elemento central de la fiesta durante al menos el último siglo –a música– y concretamente en el género, por bailable, más indisociable de lo hedonista –la música electrónica– podemos argumentar en contra del mal agüero. Porque la electrónica sigue cosechando atención festiva y lo que te rondaré. 

Por un lado están las sesiones de techno que perseveran con el modelo de hace veinticinco años de ocho horas de bombo con varios dj’s secuenciados en el mismo espacio (en The Jungle Dancefloor de Carrizo, por ejemplo, con nombres incluso internacionales que ya lo partían entonces como Ben Sims) y los formatos de festival urbano con distintas ubicaciones de tamaño pequeño (como el Tesla de León, con maestros de ceremonias a lo Ángel Molina). 

Por otro lado, y aquí es donde la palpitación desborda, se están montando en nuestro país audiciones de musicaza electrónica con invitación al baile para niños, revolucioncita rotunda que no sé qué viento trae. Yo he ido con mi prole a una del productor y coreógrafo ugandés Faizal Mostrixx, el tío la cabeza metida dentro de una estrella de cartón piedra (si no era un lucero del alba en toda regla) danzando como látigo envenenado tras descarga de beats y nos la hemos gociselado. Es un instinto natural el cimbreo para los niños (o así en mi casa) cuando se detecta el ritmo y no lo es menos para los adultos, impregnados de recuerdo danzón. 

Soy prisionero de los Cantajuegos solo para sobrevivir a largos trayectos en coche. Para la celebración la herencia de Kraftwerk sigue siendo alargada.

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