Esos apodos,
Amboto,
Txapote,
Mobutu,
de sonoridad colonial
y siniestra,
dejando malvas
en la tumba de los niños.
Merced a la indolencia
de quienes votaron
sin leer lo que aprobaban,
los representantes
de la patria.
Ofensa lacerante,
desidia en España,
una mañana de octubre.