Ayer se inauguró oficialmente el XI JOHC, o Encuentro de Jóvenes de Hermandades y Cofradías, que ha reunido en León a unos 800 participantes venidos de toda España, bajo la organización de la Delegación de Jóvenes Papones de León. Se calcula que entre hospedajes e inscripciones dejará 150.000 euros en nuestra ciudad, sin contar las comidas y cenas no incluidas en la ficha.
De entrada, ya es noticia que un número tan grande de jóvenes dedique su tiempo y su dinero a un encuentro cofrade. Y para los que piensan que a esas edades cualquier reunión es siempre la coartada de una juerga, valga decir que entre las actividades en las que participarán se incluye una Vigilia de Adoración en colaboración con la Pastoral Juvenil de la Diócesis de León (PASJU), una Adoración de las Llagas de Cristo a cargo de la Cofradía del Santo Sepulcro, o un Rosario de Pasión de la Cofradía de Santa Marta.
Habrá conciertos, talleres, charlas formativas y visitas a las sedes de las cofradías, entre otras muchas actividades que se detallan en el programa.
No ha faltado quien se ha adelantado al Encuentro con críticas de tono extraordinariamente agresivo. A veces dudo si en la Semana Santa leonesa es más típica la limonada o la flagelación del prójimo. Cada cofrade de León habría organizado un Encuentro diferente, con unas u otras actividades, dando protagonismo a unas u otras imágenes o bandas, o celebrando la cena de hermandad de manera más suntuosa (con el consiguiente aumento del coste para los jóvenes) o más sencilla. Pero de todos ellos sólo unos pocos han asumido la responsabilidad de la organización, y ello además de trabajo y esfuerzo generoso implica recibir los inevitables palos.
Sin entrar en debates sobre el fondo y respetando la libertad de todos para expresar sus pareceres cómo y cuándo quiera, la crítica a la que me refiero parece claramente inoportuna. Una vez que haya pasado el Encuentro habrá tiempo para las valoraciones, los ataques y las defensas. Un día antes del acontecimiento, cuando ya no hay margen para ninguna mejora, y durante su desarrollo, lo que nos toca es poner de nuestra parte para que todo salga del mejor modo, y no ofrecer a nuestros 800 huéspedes, una vez más, la triste imagen de desunión.