Cristina flantains

El engañador que bien engaña, buen engañador será

10/04/2024
 Actualizado a 10/04/2024
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Siempre he creído que los seres vivos estamos diseñados para distinguir la verdad, incluso en las realidades que entrañan más dificultad. Por esto, también he creído que cuando una se lamenta con un: «me la han colado bien colada», no está haciendo más que hacer patente su necedad, sin darse cuenta de que no es responsabilidad del otro (el engañador) que una sea engañada. 

Es más ¡y lo peor! El engañador que bien engaña, buen engañador será. Y ese concepto de «buen engañador» entraña, aunque no nos guste, un buen hacer que, independientemente de sus consecuencias, no dejará de convertir al engañador en un ser virtuoso en lo suyo, y al engañado, en un ser que le ha faltado a su deber de reconocer la verdad en la realidad que le circunda. Esto me lo he creído yo, como si fuera una religión, hasta hace bien poco y también me creía que, para ser justos con el engañado, la ignorancia a la que nos veíamos, en muchos casos, abocados por infinidad de razones, era una excusa de primera clase para justificar la falta a nuestro deber de estar correctamente informados y evitar así, al engañador y al engaño. 

Los que hemos vivido la aparición de los sistemas digitales y la aparición maravillosa de Internet nos creímos, durante un tiempo, que ese enemigo común, que labora como una infección que no te mata pero te debilita hasta límites indecentes, llamado ignorancia, tenía sus días contados. Que la gente ¡al fin! no solo se iba a asomar a la ventana del mundo en todo su esplendor, sino que iba a hacer un esfuerzo por entenderlo y que, siendo esto el crisol de la evidencia, de la verdad, de la Alétheia, los engañadores iban a ser puestos a raya y los engañados tendría sus días contados, por mucho que se afanasen sus contrarios en especializarse en el indecente arte de falsear, desinformar, manipular. 

El derecho a estar bien informado, acompañado del deber de exigir ese derecho junto con la fuente inagotable de información que se podía extraer de la Red de Redes, dibujaba un horizonte impresionante en las sociedades no reprimidas políticamente y proponía una veta de esperanza a las que sí lo estaban. Para estas segundas se abría un espacio que les iba a dar voz en contra de viento y marea: «¡Hey! Yo también estoy aquí y quiero vivir ¡y decir!».

Suponía echar el anzuelo de la libertad, de la democracia en todos los rincones del mundo. Y para las primeras suponía la posibilidad de progresar en el orden de justicia, sobre todo justicia en cuanto al reconocimiento de derechos y deberes de todos. Y del reparto equitativo de la riqueza entendiendo esta riqueza en contraposición al capital, de la misma manera que entendemos la realidad en contraposición a lo ilusorio. Hace unos días apareció en el plantel nacional la voz de un personajillo afilado, embutido en un traje azul tristísimo, como él, con la facha consumida como si alguien se la estuviera robando… quizá los muertitos de sus mentiras que no paran de agitarse porque no acaban de entender qué tenían ellos que ver con este saco de huesos mentiroso. Y ha dicho: «…Yo, por ejemplo, a los que defienden la creación de un Estado palestino ahora... ¿A qué Estado se están refiriendo? Eso no existe…».

He aquí un engañador de guante blanco, pues es un hecho objetivo que el Estado palestino sí existe. Veamos a cuantos engañados arrastra, en estos tiempos en los que la excusa de la ignorancia es una ignominia.

De un tiempo a esta parte, tengo en modo silencio mi opinión sobre la gente que se manifiesta sin tener ni idea porque, apelando a su derecho de libertad de pensamiento, le falta a su deber de estar bien informado. Como si pensar consistiera en arrastrar, sin tregua, ni descanso, ideas por el fango. Como si adherirse a falsedades no tuviera gravísimas consecuencias. Como si esgrimir el odio y la rabia que emanan de una vida aburrida e insulsa en el formato del último ‘fake’ que ha lanzado el politicucho de turno nos reinventara con una sobredosis del glamour. Como si ser el engañador engañado nos redimiera de ser, el ser más panoli de este mundo.

 

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