04/11/2024
 Actualizado a 04/11/2024
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Seguimos a merced del escurridizo caso del joven político que se sobrepasaba con las mujeres, y encontrándose el cronista en los aledaños de Asturias, no puede menos de sacar aquí a relucir las diferentes formas de medir este delito, según de dónde sean las mujeres agredidas. Porque por aquí se tiende a zanjar el asunto con un método estrafalario pero, al parecer, eficaz en grado sumo: «¡Si le hubiera sacudido una patada en los mismísimos...!» Pues lo que es a mí ese no me pilla».

Y, aunque los tiempos hayan cambiado mucho, siempre queda un rescoldo de verdad en las tradiciones. En la montaña leonesa, las mujeres no solían necesitar de leyes específicas para protegerse de los manoseos de los mozos. Ni siquiera en el baile: «oyes, tú, que corra el aire». Otra cosa eran los casos de verdaderos monstruos, que esos no se extinguen por mucha legislación que se les eche encima. Incluso, hasta las casadas estaban dispuestas a perdonar ciertos agravios, a cambio de un perfecto comportamiento general., y de la convivencia entre vecinos.

A propósito de Asturias, hay un pieza teatral de 1960, titulada ‘Lenguateres’ de Emilio Palacios, en la que, en uno de los actos aparecen hablando unas amigas y le dice una a otra: «Esta Carmina, siempre fue de lo que no hay» Y es que aparece con un ojo morado y se niega a echarle la culpa a su marido.

Entre esto y aquello, tal vez falte algo más de educación, y menos cuerpo judicial. Porque aquella asignatura que «se daba» en los colegios penalizaba más a las agresiones de este tipo como afrentas que como infracción de un artículo determinado de una ley. Y menos a un espíritu revanchista como el que parece inspirar a estas que pretenden alcanzar el cielo.

En la última escena, el novio le pide un beso a la novia y esta le responde: «Ay, Luisín, parezme que tú confundísteme con otres... Tú cré que porque yes popular en el pueblu, que to el monte ye oriéganu... Yo soy una rapaza honrada y por náa d’esti mundo yos daría un disgustu a los mis padres».

Parece que este punto de vista, el de el disgusto a los padres es el que más se ha diluido con la modernidad. Como tantas cosas. Como el dinero y el peatón , que diría AnGLillo el de Cármenes. Probablemente, por entonces, al primero que le arrearían de lo lindo al ínclito Errejón serían sus propios padres. q no e permitirían ya nunca volver a pisar el umbral. Y «Eres de lo que no hay»: le dirían.

 

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