06/03/2025
 Actualizado a 06/03/2025
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Tengo un amigo que, como en la canción de Sabina, «no me toca nada y es mi hermano», que siempre anda con la cantinela, hablando de los gastos exagerados del Gobierno central, de las comunidades autónomas o de los ayuntamientos, que dice que «a escote, nada es caro». ¡Hombre!, no sabe uno, sobre todo después de ver lo que está sucediendo en este puto país en las últimas semanas... Que el gobierno ‘progresista’ se empeñe en sangrar  a muchos de los que cobran el salario mínimo (la mayoría solteros), y que, por otra parte, asuma la deuda de las comunidades autónomas para darle con el palo del gusto a los catalanes, es, bajo mi punto de vista, una mezquidaz. Excuso decir que no tienen cojones, ni ganas, de meterse con los que de verdad manejan el parné, los del Ibex y las grandes corporaciones, que son, evidentemente, los que tendrían que aportar más. No sé, por otra parte, de que me extraño: desde que llegó la pandemia (se van a cumplir cinco años, ¡manda huevos, como pasa el tiempo!), hemos perdido el norte y no sé si lo volveremos a encontrar. Aquella jugada dejó un mínimo de 120.000 muertos, poca broma, y, que se sepa, nadie de los que mandaban (que son los mismos que mandan ahora), está en el talego viendo pasar las horas en una celda de 2x3 metros, que es lo que se merecen. Además, tuvieron la poca vergüenza de crear chiringuitos para lucrarse a lo tonto con esta desgracia..., lo último del credo... Lo mismo se puede decir de los responsables valencianos que no supieron, o no quisieron, prever los efectos de la dana que dejó 230 fiambres y una provincia devastada; ya veréis como saldrán de rositas, como si no hubieran roto un plato.

El caso es que todo este mogollón de pasta que se gasta en cosas indebidas sale del sablazo que todos esos entes anteriormente mentados te meten a ti, pobre cuitado, en los impuestos. Ahora nos salen con lo del rearme..; el secretario general de la Otan, un imbécil que fue primer ministro de Holanda y que se lució llamándonos a los latinos poco menos que tarados, va y dice que hay que incrementar el gasto de defensa (¿para defendernos de quién?), y que todos los países deberán rebajar sus gastos sociales para hacer frente a este gasto ineludible, según ellos, claro. El caso es que, con estas perspectivas, sabemos que nos van a subir aún más los impuestos y que, para nuestra desgracia, el estado del bienestar desaparecerá poco a poco.

¿Un ejemplo de lo que nos espera? Ahí va: la hija de un amigo muy amigo sale con un yanqui, de los yanquis de toda la vida. Vive en Nueva York, el sitio donde atan los perros con longanizas, y se puso, de repente, malo. Por hacerse unos ‘analís’ y visitar a un matasanos, le cobraron 4.500 dólares, que vienen a ser unos 4.200 ‘aurelios’...; cuándo las barbas de tú vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar, dice el viejo refrán que, en este caso, viene como anillo al dedo.

En lo que nos afecta en el día a día, los españolitos de a pie, los que cobran lo justo y menos, mirarán al ir a la carnicería los solomillos, los entrecots y los filetes de ternera como si fuesen comidas de las que se zampaba el Califa Harun al-Rashid en las fiestas de ‘Las Mil y una noches’ y se conformarán con barbear al verlos. Comprarán, en su lugar, un pollo, una costilla de gocho y algo de casquería y pare usted de contar.

No estoy exagerando, ni mucho menos, porque con mil y pico euros de sueldo (de los que tienes que quitar la mitad como mínimo para el alquiler, la luz, el agua y la calefacción), ya me dirás que puedes llevarte a la boca.

Y los que vivimos en el pueblo no lo tenemos mejor, ni mucho menos; el León compras una barra de pan, mala como ella sola, por sesenta céntimos; en Vegas, pagas un euro con treinta. Es sólo un ejemplo, pero hay mil iguales o parecidos.

Ha llegado, merced a la estupidez de los que nos gobiernan, la época de las vacas flacas y el que no lo quiera ver, que vaya pitando al oculista, que le hace falta. El dislate en el que vivimos es monumental y no nos queremos dar cuenta de la que nos viene encima. Menos mal que estamos en Carnaval y nos damos un respiro ante el ayuno y la abstinencia que nos imponen los que mandan, que han ocupado el lugar de la iglesia en los de flagelarnos...

Salud y anarquía.

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