30/11/2024
 Actualizado a 30/11/2024
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Caminaba hacia la calle Mariano Berrueta pensando que era una típica mañana de noviembre en León. Frío seco y una luz nublada pero brillante que oculta las sombras y realza los matices añejos de la piedra. Pero no era una mañana cualquiera. Autoridades y representaciones se reunían para estrenar el Museo Diocesano y de Semana Santa de León.

En las dependencias del antiguo seminario, un espacio hasta ahora desconocido, que el Obispado ha tenido la generosidad de destinar al uso y disfrute de leoneses y foráneos, las dieciséis cofradías y hermandades de nuestra ciudad narran la Pasión de Cristo de una forma muy diferente a la habitual. Para ello no sólo han sido capaces de aunar esfuerzos, sino que han tenido la humildad de dejar que el relato corriese a cargo de especialistas en Arte, Historia y Museografía ajenos a sus rígidas estructuras.

En las salas dedicadas a la Semana Santa, tallas de gran valor artístico, que sólo vemos de pasada una vez al año, elevadas sobre tronos y hombros de papones, podrán ser saboreadas desde cerca y desde puntos de vista muy diferentes, en un espacio único en el que se han dispuesto con gusto y creatividad.

La visita se completará con la parte diocesana del Museo, un patrimonio que se remonta mucho más atrás en el tiempo y que se presenta cargada de sorpresas.

Por supuesto estamos en León, y muchos prefieren fijarse en el tiempo que ha tardado en hacerse realidad, en lugar de en las enormes dificultades que han conseguido salvarse; o en las tallas que no están ni pueden estar en el museo por encontrarse expuestas al culto, en lugar de en las maravillas que sí están, y que han pasado de dormir en oscuros y desconocidos almacenes a ocupar un dignísimo lugar.

Tras la inauguración, imagino lo que pensarán los de fuera de una ciudad que en tan poco espacio ofrece la visita a nuestra majestuosa Catedral, el magnífico museo de San Isidoro que nos ha quedado tras su recientísima reforma, y este nuevo espacio expositivo que encierra la esencia de nuestra tradición. Y que luego, como yo mismo me propongo hacer, lo comentarán calentándose con una tapa de sopas de trucha que acompañará un Prieto Picudo.

Eso es León, y digan lo que digan, cada día presta más. Gracias a los que lo hacen posible.

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