Jorge Brugos

España se parecerá a Redipollos

06/05/2024
 Actualizado a 06/05/2024
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Redipollos, ese pequeño pueblo que suena a la denominación ficticia con la que uno bautiza a su aldea en Minecraft (ese juego en el que construyes tu pequeña patria metaversal), ese pueblo leonés de nombre inventado, me ha hecho pensar. Se habla mucho de la despoblación en la España vaciada, de la falta de habitantes en las recónditas pedanías que tienen ayuntamientos con apariencia de junta de vecinos. Sin embargo, parecemos ignorar (tan sólo se desliza el asunto en algunas ocasiones) la idea de que no tenemos hijos, de que ahora los carritos ya no llevan bebés sino perros. El otro día vi a una mujer salir del portal de su casa empujando un coche y al girar la cabeza con la esperanza de ver a un pequeño lactante, me topé con un labrador que parecía estar llevado bajo palio; necesito que alguien me explique, por cierto, cómo es posible que un perro recién salido de su casa no tenga la capacidad de caminar con sus cuatro patas. No he visto una representación tan clara del tribuno al mundo canino, una liturgia en la que ellos pasean a los humanos. Seguro que algún psicoanalista dirá que dentro de su corazón, el que lleva a su can en un carricoche, en realidad quiere tener un hijo pero tampoco está dispuesto a asumir la responsabilidad que ello acarrea. 

Teniendo en cuenta la crisis de natalidad acuciante que atraviesa nuestro país, me hace gracia como nos rasgamos las vestiduras al hablar de pueblos como Redipollos y no terminamos de caer en la cuenta de que España y Europa en general son una región de jubilados. El otro día leí una noticia que decía que si se retrasa la edad de jubilación tres años más los números van a cuadrar para que el sistema no quiebre. Imagínese que las pensiones se gestionaran de manera municipal y la competencia estuviese cedida a los municipios, pues que seguramente ante la ausencia de mano productiva que cotiza, en rincones como los pueblos leoneses donde la mayoría son ancianos, no tendrían a nadie que les pagase la pensión y se morirían de hambre. 

Ante la falta de reemplazo generacional, Redipollos se erige en campo de pruebas, en el pueblo piloto de una España de nombre inventado en el que quedará poco de lo que fue, sólo nos quedará la imaginación. 
 

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