Los más jóvenes ya no recuerdan al presidente Arias Navarro, diciendo con voz entrecortada: «Españoles, Franco ha muerto». En efecto, hace cincuenta años, Franco moría y era enterrado, dando paso a una transición, pacífica y ejemplar, a la democracia. Desde entonces España ha vivido grandes momentos de paz, prosperidad y reconciliación, hasta que vino un personaje siniestro a resucitar odios y rencores, ahora fiel colaborador con la dictadura bolivariana de Maduro. Más tarde le sucedería un aventajado discípulo, dispuesto a continuar la obra del nefasto maestro, queriendo pasar a la historia por enfrentarse a Franco después de muerto y sacarlo de la tumba.
Por si esto fuera poco, ahora pretende celebrar con gran solemnidad el cincuenta aniversario de su muerte, como si en España no hubiera problemas más importantes. Aunque dicen las buenas lenguas que se trata de una maniobra para distraer la atención y que no se hable de la corrupción que le salpica por todas partes. No obstante, esta maniobra puede volverse en su contra, porque hace que muchos recordemos todas las cosas buenas que hizo Franco, por mucho que intenten ahora dictatorialmente y por ley imponernos una memoria que no se corresponde con la realidad. Afortunadamente hay infinidad de historiadores de uno y otro signo que nos permiten tener un conocimiento bastante objetivo de lo que ha significado la figura de Franco para España, con sus cosas buenas y malas. Es injusto hablar solo de las malas, si bien el miedo o la cobardía, incluso de la derecha, impiden reconocer las buenas. Y lo mejor, dejó todo preparado para que llegara la democracia sin traumas, la democracia que ahora algunos se empeñan en destruir.
Aun no hace mucho se demostró que, gracias a Franco, la Dana de Valencia no tuvo mucho peores consecuencias. Hace falta estar muy ciegos para no reconocer la ingente obra pública realizada en tiempos de Franco, que sacó a España de la miseria. Pantanos y regadíos, carreteras, centrales eléctricas, hospitales, institutos y escuelas, grandes industrias (astilleros, altos hornos, fábricas de automóviles y camiones, viviendas…) Ahora lo que vemos es cómo todo se va desmantelando y cómo gobernantes amorales están permitiendo que España se rompa. En cuanto a las cosas malas, sus adversarios tienen poco de qué presumir, pues sin sus atrocidades en España no hubiera habido un levantamiento militar. Por favor, no nos tomen por tontos, no manipulen la historia. Alguien vendrá que bueno te hará. Estos hacen bueno a Franco.