Jorge Brugos

Ester Muñoz y la inteligencia artificial en Génova 13

03/02/2025
 Actualizado a 03/02/2025
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Cuando me metí en en ese experimento con gaseosa desgasificada que fue Ciudadanos y antes de que me desengañara con la política en general, todo el mundo me animaba a formarme, a tener unos resortes culturales que ayudaran a sostener unos principios firmes. Los que me lo decían estaban acostumbrados a los tiempos pasados en los que a los mejores de cada casa no les entraba el vértigo para meterse en política; ahora los aventureros que se atreven a salir de su zona de confort se arriesgan a que su larga figura reputacional se transforme en una caricatura esperpéntica, asumiendo el precio de no ser tomados en serio cuando vuelvan a su profesión. El bajo nivel de nuestros dirigentes se ha convertido en una evidencia, toda reflexión que lo dilucide será una manoseada repetición en bucle. 

Dicen que somos energía, que nuestro ánimo y semblante se irradia a nuestro entorno. Si en ciertos edificios como en el palacio del Conde Luna se escuchan cacofonías, es porque la acumulación de auras ha replicado sonidos encapsulados en el tiempo. El exceso de mediocridad en política provoca ecos de ella en dirigentes capacitados. Ester Muñoz, diputada en el Congreso y presidenta del PP de León es un ejemplo de ello. En su etapa en el Senado hizo gala de su conocimiento sobre la historia de España, de ser un rara avis en la política actual por la mera costumbre de leer, pero con su ascenso a la cúpula de Génova ha puesto su astucia al servicio del ridículo, no usando la cabeza y dejando que piense por ella la inteligencia artificial. Lo digo por el montaje en el que Pedro Sánchez se arrodilla ante Carles Puigdemont; el único fallo que tiene esa foto es que se le olvidó poner también a su jefe. El hecho de que fabrique esa ocurrencia de atrezo cuando su partido no está poniendo ascos a juntarse con el nacionalismo pone de manifiesto que se ha dejado llevar por el forofismo. Ya lo dice Federico Jiménez Losantos, pero que tendrá el agua, o las alturas de la séptima planta de Génova, qué es capaz de mutar las mentes pensantes en mera materia gris electoral.

Se esperaba más de usted, señora Muñoz.

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