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Esto va para los de León

10/11/2024
 Actualizado a 11/11/2024
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Cuentan las que fueron maestras en Ancares historias de otoños que no tenían nada que ver con postales idílicas de toda la gama ocre, ni brujas llegadas de Ohio, ni magostos con filtros. Las setas se tiraban a los gochos, las calabazas no eran una forma de hacerse los norteamericanos (menos mal que las nacionalizó la Ruperta) y las castañas no eran una opción para calentarse las manos y sentarse bajo las mantas a ver la última serie de moda, sino una auténtica necesidad, para los hombres y para las bestias. Gracias a las castañas, por lo que cuentan las maestras, se pasaba menos hambre pero también más frío: su flatulante digestión provocaba que el olor en las aulas fuera tan insoportable que había que abrir todas las ventanas. 

En aquellas escuelas rurales, cuyo cierre supuso el inicio de un efecto dominó que a estas alturas está ya a punto de tumbar definitivamente  muchos de nuestros pueblos, compartían pupitre alumnos de distintas edades y de distintos cursos, por supuesto de distintas capacidades, una mezcla que aún hoy se repite, muy tímidamente, en algunas pocas aulas repartidas por la provincia.Aquella diversidad, ingenua si se compara con la que vino después, suena ahora poco menos que a utopía, porque el manoseado estado de bienestar y las sobadísimas redes sociales nos han ido haciendo la piel cada vez más fina, sobre todo a los padres y a los maestros. De repetirse en nuestros días aquella situación, a buen seguro que todos los padres encontrarían muy grave el hecho de que sus superdotados hijos tuvieran que aprender más despacio de lo que podrían y ninguno agradecería, en cambio, que se pudieran beneficiar del grupo para superar retos que de otro modo les resultarían inalcanzables. Y por lo que se refiere a los maestros, la inmensa mayoría consideraría imposible poner orden en aquel galimatías y, además, toda una falta de respeto para su cualificación el simple hecho de que se lo propusieran, así que acudirían raudos al sindicato primero, donde les darían la razón y les enviarían al médico después, para que así corrieran las listas. 

El método era elemental: «A ver, para los de Cuarto: dictado. Para los de Tercero: divisiones de dos cifras». Cada cual sabía lo que tenía que hacer, aprovechando unos para repasar lo que ya deberían saber y otros para ir familiarizándose con lo que les vendría con el paso del tiempo. La necesidad, la falta de alternativas y que aún quedaban unos cuantos años para que se inventara el término ‘ofendidito’ hicieron lo demás. Seguro que algunos de los que lo vivieron lo consideran hoy primitivo y otros lo echan de menos. Teniedo en cuenta que su padre era el alcalde de Salamanca durante el franquismo, es bastante difícil que Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Junta de Castilla y León, conociera alguna de aquellas aulas de la precaria diversidad, pero le hubiera venido muy bien para perfeccionar sus discursos, básicamente cada vez que le toca reaccionar a cualquiera de los informes del Instituto Nacional de Estadística. El objetivo es que no vuelva a pasar lo que ha pasado ésta y tantas otras semanas antes, por poner solo un ejemplo, cuando el INE constató por enésima vez el declive demográfico de la provincia de León con la pérdida de otros 1.534 habitantes que nos dejan en 446.301 resistentes y, en cambio, nuestro presidente afirmó: «Esto nos da esperanza de un cambio de tendencia y, sobre todo, nos reafirma en las políticas que estamos llevando a cabo para el crecimiento de la población». Sin entrar en buscar culpables sobre las evidentes desigualdades que ha generado esta comunidad autónoma, porque son demasiado evidentes, sin querer señalar qué provincia está en Cuarto y cuál repite Tercero, porque también es demasiado evidente, le propongo al presidente el método de aquellas aulas de la primitiva diversidad: «A ver, para los de Valladolid y Burgos: tenemos que seguir en esta línea para hacer de Castilla yLeón una tierra donde cada vez sea más fácil invertir, donde sea más fácil trabajar y donde cada vez sea mejor vivir». Para los de Palencia: sostendremos la Fasa Renault, ahí está el dato de la producción industrial correspondiente al mes de septiembre que sitúa a Castilla y León como la tercera comunidad autónoma con mejor incremento, con un 4,8 %. Para los de Soria, Ávila, Segovia, Zamora, Salamanca y León: ¡Mucho ánimo, monstruos!». 

Para los de León, en concreto, nos aprobaron en las Cortes esta semana, ¡y por unanimidad!, una proposición no de ley que, si se compara con lo que dice el INE, es todo un insulto a nuestra inteligencia y a nuestra historia reciente y remota: pide que se rescate de un cajón un informe sobre la estrategia para el futuro de León que se hizo hace unos años para volver a diagnosticar una enfermedad mil veces diagnosticada y cuyo tratamiento es tan sencillo y complejo como los demás: inversiones. ¿Aporta algo nuevo ese informe? ¿Por qué estaba en un cajón? ¿Hasta dónde va a llegar este vacile? A ver, esto va para toda nuestra clase política: ¿Por qué no abren un poco todas las ventanas, por favor?

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