11/12/2023
 Actualizado a 11/12/2023
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En este mes de diciembre, por fin las calles de una ciudad pequeña y fría como León, se visten con sus mejores galas para alumbrar, a través de los diferentes adornos, la mirada de quien pasea por sus calles durante la noche.
Y es que, la Navidad está comenzando a llegar a León. Para muchas personas, es el momento perfecto para pasear con sus seres queridos y tomar un chocolate con churros bajo el aroma familiar de una Navidad que se aproxima.

En mi opinión, las luces no solo decoran, sino que nos recuerdan que el fin de un año se aproxima y hay que agradecer todo lo que hemos conseguido, tanto bueno como malo, porque incluso lo malo tiene siempre una parte positiva.

El fin del 2023 se aproxima y la Navidad nos acoge, dando igual si somos creyentes en una religión o no, porque la Navidad se ha convertido en un culto que practican hasta los ateos.

Lo que más me gusta de esta época del año, es la infinidad de dulces que se pueden disfrutar. Desde tartas, turrones, glaseados y polvorones nos endulzan el fin de un año, repleto de momentos que jamás olvidaremos.

Además de todo esto, se esperan los maravillosos regalos venidos de las manos de Papa Noel y de los inconfundibles Reyes Magos.

Todo esto, hace que desde niños nos encariñemos con esta celebración. Sin embargo, claro está que aún existen personas que no se sienten a gusto con estas fiestas, ya que por temas personales o gustos individuales no les es de su agrado.

Si bien es cierto, que esta festividad es una ceremonia social que sin importar los gustos o creencias de los ciudadanos, nos involucra a vivirla.

Esto me hace reflexionar, acerca de la impregnación que subyace en la sociedad. Cómo, a pesar de no ser creyentes de una determinada religión como es el cristianismo, nos vemos obligados a regir nuestros horarios laborales y ratos libres al son de dicha festividad.

Como se suele pensar, la libertad interna es algo que no se puede controlar, pero la externa aún sigue muy condicionada por la religión o creencias que se mueven por la mayoría de una nación.

Finalmente y como consecuencia de todo esto, les deseo una feliz fiesta, pero no sin antes, recalcar la libre decisión de apoyarla o no, cada individuo tiene derecho a vivir la Navidad como quiera, pero que nadie se sienta culpable por no seguir la creencia popular, pues se trata de una obligación social impuesta por la sociedad capitalista.

Recordad que somos libres de caminar por las calles iluminadas y tomar un chocolate caliente siendo totalmente ateos o sin creer en la necesidad de dicha fiesta.

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