La semana empezó con el que algunos sesudos estudios califican como el día más triste del año.El asunto llenó bastantes conversaciones y tuvo mucho protagonismo en los medios de comunicación, lo que evidencia que la tristeza a menudo viene de la falta de temas, de no saber gestionar el tan necesario aburrimiento.La verdad es que el día más triste del año fue tan oscuro que prácticamente no amaneció y eso no fue lo peor de todo: no se diferenció demasiado de los demás días de la semana. Con esos augurios, pronto empezaron a sucederse los dramas, algunos de dimensiones bíblicas: en Washington, Donald Trump tomó posesión como presidente de EE.UU. y en la avenida Fernández Ladreda reventó una tubería.
Ya estaba sobre las barras de los bares el inevitable debate sobre lo que es urgente y lo que es importante para cada cual, lo lejano y lo cercano, lo humano y lo divino, pero primero se fue la luz en plena jornada española de la Champions League y después media ciudad se quedó sin agua corriente, así que se zanjaron todas las discusiones. Salieron los analistas de política internacional y entraron los expertos en redes de agua potable domiciliaria, interrumpiendo por unos minutos las lecciones sobre fútbol moderno, el bloque bajo, la fase ofensiva (que en León son básicamente todas), el esquema de Simeone y la línea adelantada de Hansi Flick. Con el agua desbordando las alcantarillas (no es que pareciera Paiporta, pero lo recordaba) y los grifos anunciando el apocalipsis, comenzó otra riada de «pues yo...», «pues en mi casa ...», «pues en mi bloque...», «pues en mi calle...».
Ante la certeza de que ninguno de los presentes se había duchado, el miércoles temimos que el olor a choto inundara colegios e institutos. Al tiempo que trabajaban «incansablemente» para solucionar la avería, nuestras autoridades reaccionaron según el protocolo y activaron el plan de emergencia para luchar contra el tufo estudiantil: evitar que funcionasen las calefacciones. Las aulas se llenaron de cazadoras y guantes y llegó entonces otra sucesión de «pues en mi clase...», «pues en mi colegio...», «pues en mi instituto...» que daba alas a los conspiranoicos: ¿se estropearon todas las calefacciones a la vez? ¿Acaso algunos no se atreven a denunciar que tienen goteras hasta que no lo denuncian los demás? ¿De verdad hay quien piensa que es mejor pasar frío en secreto que protestar para no dañar el prestigio del centro? En ese preciso momento, llegó el turno de los expertos en administración pública para analizar otro partido sin goles disputando la competencia municipal y la autónomica, la primaria y la secundaria, la pública y la corcertada, lo que es de mantenimiento y lo que es de infraestructura, las calefacciones de gasóleo y las de biomasa. Y sí, claro, coincidía que eran los mismos que sabían las claves de la política internacional, las singularidades de la Champions League y las curvas que hace el ríoPorma para abastecer a la ciudad de León. Hay gente que vive siempre en su particular fase ofensiva.
Escuchadas las explicaciones, la rotura de una gran tubería y las averías generalizadas de las calefacciones en centros educativos tienen un relación directa: se hicieron hace de media sesenta o setenta años, cuando por aquí empezábamos a desertar del arado, y desde entonces no se ha invertido en su conservación ni un duro primero ni un euro después. Quizá por ser una ciudad tan histórica queremos que hasta los tubos, los canalones y las calderas sean Patrimonio de la Humanidad.
A propósito de los que no han desertado del arado y ahora conducen tractoráncanos atronadores, llegó una de las mejores noticias de la semana: el campo leonés aumentó el año pasado sus beneficios en más de un 20 %. La nueva PAC, tan ruinosa que hubo que cortar autovías, tan estúpidamente verde que temblaron todos los cristales de la ciudad porque si el campo para aquí no come nadie, trajo a la provincia de León 10 millones de euros másque la anterior. Silencio de bocinas.Al sur, contra todo pronóstico, contra natura, las previsiones son optimistas y, si no se nos desborda mucha más agua por las alcantarillas de la avenida Fernández Ladreda, con los modernizados regadíos para este 2025 el reto es alcanzar una facturación de mil millones de euros. Entre cifras propias de la mismísima liga de fútbol de Arabia Saudí, de la que ni hace falta decir que también tenemos expertos, la leche de Babia y Omaña no interesa, se ve con más desprecio que compasión, algo casi romántico. Es el mercado, amigo. Monta un museo. Que no te enteras.Que ahora el problema son Mercosur y los aranceles que anuncia Donald Trump mientras se hace fotos, qué cosas, con el que el año pasado animaba a enganchar la grada y arrasarlo todo. Ya se anuncian más movilizaciones para el mes de febrero de los que se pasan la vida en eterna fase defensiva.