Hay fechas que por los acontecimientos que han acaecido en ellas se quedan grabadas a fuego en el subconsciente colectivo, a modo de tatuaje que nos acompañará de por vida. Hay de dos tipos, las vinculadas a algo positivo y las que nos entrelazan eternamente con un hecho trágico. Las primeras suelen ser en su mayoría relacionadas a gestas deportivas, como por ejemplo la victoria en el Mundial de Sudáfrica. En el casillero de las efemérides negativas podemos identificar el 23-F, el 11-S o el 11-M.
Cuando por el motivo que sea decidimos traer al presente alguno de esos hechos pasados siempre se repite la misma fórmula, decimos dónde estábamos y con quién. Esta semana León ha sido el escenario de un merecido homenaje a los integrantes del equipo de la selección española de fútbol que consiguió derrotar el 21 de diciembre de 1983 a Malta por doce goles a uno en el estadio del Benito Villamarín, consiguiendo la clasificación para la Eurocopa de Francia del año siguiente. El Foro Internacional del Deporte (FID) quiso celebrar el cuarenta aniversario de esa hazaña deportiva, trayendo a la capital leonesa a Paco Buyo, Manu Sarabia, José Antonio Camacho y Juan Señor.
No hace falta que les diga que el cerebro es en ocasiones muy juguetón y moldea algunos recuerdos hasta convencerte de que viviste de un modo concreto una situación, aunque realmente no fuera así. Esto es lo que creo que me sucede a mí con ese partido. Yo tenía por entonces cinco años y el recuerdo que tengo, no sé si real o inventado, es que estaba en la cocina de mi casa junto a alguien de mi familia, pero sin identificar la persona o personas que me acompañaban. Recordaba ese momento con una falta de nitidez brutal, lo que me hacía sospechar que quizás ni lo había visto. Pero ahora, gracias a escuchar en directo a esos cuatro exfutbolistas y compartir unos cuantos buenos ratos con ellos entre bambalinas, he conseguido dar forma y color a ese recuerdo borroso. Es más, aunque quizás no viera el partido en su momento, ahora es como si hubiera estado pegado a la pantalla de la televisión.
Es lo que tiene escuchar de boca de los propios protagonistas sus recuerdos y sensaciones de aquel encuentro que Manu Sarabia se atrevió a calificar como el partido de fútbol más maravilloso de la historia del fútbol español. Esa victoria, como ha pasado con otros éxitos más recientes, unió a todo un país. Esa es la inexplicable magia que tiene el deporte y de manera superlativa el fútbol. Y es que cuarenta años después, quién no se emociona al escuchar al periodista José Ángel de la Casa narrando, con gallo incluido, el gol de Señor.