Este pasado fin de semana las calles se tiñeron de morado con motivo del Día Internacional de la Mujer. Tuvieron lugar numerosos actos para celebrarlo.
En España, la situación y el papel de las mujeres en la sociedad actual ha evolucionado de forma favorable. Nada queda de la época en la que las chicas no tenían acceso a la universidad. En la que para realizar cualquier gestión se requería la firma del padre, hermano o marido.
Ha habido hitos que han marcado esa evolución, como el reconocimiento del derecho de las féminas a votar y ser votadas en unas elecciones. Esto sucedió en 1931, hace apenas unas décadas.
Desde entonces se han hecho numerosos avances en muchos ámbitos que colocan a la figura femenina en posiciones cada vez más ventajosas.
Si dirigimos la mirada a otros países, el panorama no es tan alentador. Por desgracia, aún existen muchos lugares en los que la mujer es tratada como un ser inferior, en los que se les niega incluso una educación básica. O aquellos otros en los que las niñas se ven sometidas a prácticas como el matrimonio infantil o la ablación.
El maltrato es una lacra que urge erradicar. No cesan de llegarnos noticias sobre asesinatos, violaciones y demás aberraciones sufridas por razones de género que ponen los pelos de punta. Cualquier forma de violencia es inadmisible.
Además, el ruido y la polvareda que provocan estos sucesos no dejan ver ni oír a todos esos hombres que sí valoran y respetan a las mujeres. Sería injusto y muy negativo generalizar. No se puede condenar a todos, meter a todos en el mismo saco, por el comportamiento de unos cuantos.
Es cierto que esta lucha es una carrera de fondo y queda camino por recorrer hasta alcanzar la meta. Y no perdamos la perspectiva, esa meta es la IGUALDAD.
Los seres humanos tenemos que aprender a convivir, complementarnos y afrontar juntos los retos que la vida nos plantea. Y entender que no somos ni mejores ni peores. Ante todo, somos personas, independientemente de nuestro sexo.
Felicidades a todas las mujeres.