Para quienes consideren que la Constitución es el mejor instrumento para la convivencia pacífica de las dos Españas la fiesta de ayer debió de resultar agridulce. Por un lado es triste celebrar el Día de la Constitución en una España cuyo Gobierno se apoya directamente en todos los partidos que pretenden volarla. Y en un momento en el que la formación que ‘okupa’ el poder ejecutivo ha decidido embestir brutalmente contra los jueces y su independencia.
La parte de la actualidad política que resulta, paradójicamente, más esperanzadora es la de la corrupción generalizada que, una vez más, se extiende cada vez que el PSOE se instala en el poder. Quizá Zapatero fue la excepción. Su gobierno fue el más esperpéntico y el más catastrófico para la economía, pero no se vio manchado en gigantescos casos de corrupción. Más que robar prefirió el vallisoletano amasar fortuna haciéndose contratar por dictaduras bananeras de naturaleza criminal.
Digo que la de la corrupción es la parte más esperanzadora porque un Presidente que tiene imputados a su número dos, a su Fiscal General, a su esposa y a su hermano, no puede durar mucho, por mucho que el principal partido de la oposición prefiera dormitar.
Ya hace un mes una encuesta de GAD3 señalaba una caída en la intención de voto del PP de 4 puntos desde el mes de marzo, en beneficio fundamentalmente de Vox, que habría ganado 2 y superaría notablemente los resultados de las últimas elecciones ¿El motivo? El 77 % de los votantes del PP estaría reclamando al partido una oposición más contundente.
El letargo de Feijóo nos hace temer que cuando llegue al Gobierno –si es que llega– repita el estilo de su paisano Rajoy, consistente en dormir largas siestas y consolidar todos los errores cometidos por el PSOE en las legislaturas anteriores.
Y sin duda anima a los socialistas que aplaudían a Sánchez en el congreso de la semana pasada, tanto que hasta que animó a decir que iba a «volver» a ganar las elecciones ¡después de haber perdido sucesivamente las generales, las autonómicas y las europeas! Le sobra tanta autoestima y soberbia como ímpetu y capacidad de ilusionar le falta a Feijóo.