La hipocresía y poca vergüenza de la que están haciendo gala algunos desde que se conocieran los resultados de las elecciones europeas es de nota. Me refiero a las rasgaduras de vestiduras que se están escenificando a costa de los resultados conseguidos por ‘Se acabó la fiesta’ liderado por Alvise Pérez.
Los análisis hechos desde las tribunas políticas y las tertulias por algunos opinadores yerran el tiro al señalar el origen del éxito de este tipo de movimientos. Los argumentos que esgrimen es que se ha basado en la desinformación y en los bulos para conseguir adeptos. Otros se muestran ojipláticos porque haya 800.000 personas que voten a un partido sin un programa que se sustente por sí solo. Es más, en algunas valoraciones sobre el perfil de sus votantes se deja entrever que es gente fácilmente manipulable. Y así una serie de posicionamientos, que no digo que falten a la verdad, pero que sí destilan hipocresía en estado puro.
No comparto ni las formas ni el fondo de la estrategia de Alvise Pérez, pero del mismo modo, tampoco estoy de acuerdo con los lamentos de los partidos políticos con solera. Si la fórmula utilizada por Alvise Pérez funciona es porque algunos políticos han degradado tanto la política actual que la gente está harta de la desconexión entre los sillones de cuero y el pueblo. Todavía no he escuchado a ningún político entonar el mea culpa y reconocer que su mal quehacer es una de las causas por las que los populismos calan entre la población.
Si sólo nos escudamos en que este tipo de movimientos tienen seguidores gracias a la desinformación no encontraremos la solución necesaria para evitarlos. Lo que han dicho esas 800.000 personas al introducir su voto es que están cansadas de que los de siempre sólo se preocupen de los intereses personales y de sus partidos y no de los problemas reales de la gente.
Desinformación, falta de programa político y escasez de pensamiento crítico de los votantes son tres alegatos que se hacen contra ‘Se acabó la fiesta’. Insisto, compro estos tres argumentos, pero seamos honestos. ¿No estamos sufriendo un día sí y otro también cómo los políticos de cuna nos mienten continuamente y no cumplen sus promesas? ¿De qué sirve que los partidos políticos presenten un programa si luego no lo cumplen? ¿No utilizan todos los partidos sin excepción el miedo y apelan a lo emocional para conseguir votos, evitando que la decisión a la hora de votar sea tras un análisis crítico? Que la fiesta acabe no depende de Alvise Pérez, está en manos de los que llevan mucho tiempo divirtiéndose a costa de usted y de mí.