Recientemente he leído sendos artículos que explicaban cómo reducir el armario a la mínima expresión hasta dejarlo en cápsula de veintipico prendas. Pero en realidad estaban hablando sencillamente de un fondo de armario de toda la vida de dios, porque es imposible arreglarse solo con ese puñado tan pequeño de ropa a poco que se sude y se pongan lavadoras, aunque quizá los autores ni lo uno ni lo otro. El caso es que como yo lo clavo (estoy totalmente alineado) con el que dicta The Guardian para hombres por culpa de la globalización estilística, me voy a lanzar partiendo de aquel a desarrollar otro fondo/cápsula más controvertido y al que definitivamente no afectan ni el sudor ni las lavadoras pero el cual tampoco puede uno dejar de adornar con elementos accesorios que tener en cierta abundancia. Me refiero al núcleo de personas que constituye el círculo humano fundamental de alguien.
El ideal fondo personal debería incluir vaqueros, que serían el amigo todo terreno. Traje, que equivaldría al amigo formal que siempre cumple. Pantalones de vestir, el socio que abre la puerta a cierta sofisticación. Chinos, el hermano o el primo cómplice, con el que todo fluye. Pantalón corto, el amigo para partirse la caja cuando vienen bien dadas. Gabardina, sinónimo de la compañera de trabajo que nos tapa las trampas. Cazadora, la compañera con la que se echa horas hasta la extrema confianza. Parka, la mentora que enseña a avanzar. Chaleco, ese personaje con el que, estando en las antípodas, se congenia. Jersey fino, el profesor o similar por quien se profesa admiración intelectual. Jersey de cuello alto, el tío que aconseja con cariño desde la veteranía. Jersey de lana molón, el pariente que vive nada convencionalmente y normaliza las excentricidades. Camisetas blanca, negra y azul, los compañeras de fatigas de formación. Camisa de rayas, la amiga de la infancia que nos recuerda en uniforme colegial. Camisa blanca, la persona que ilumina más que un foco de selfie pero que exige cuidado con las manchas. Camisa vaquera, o compañía para el desfase que deja en Las Vegas lo que allí pasa. Sudadera, la tía o abuela más cariñosa del mundo. Polo de manga larga, el amigo que duele haber perdido por su culpa. Camisa de manga corta es con quien irse en verano de vacaciones sin pretender hacerlo por sistema. Playeros, con suerte el otro colega todoterreno. Botas, pesan y no quedan bien con todo pero protegen, como la amiga que se llevaría a una pelea. Zapatos, quedan bien pero incomodan al cabo de muchas horas, como esos familiares queridos con los que no se viajaría. Y bufanda, que contribuye a la temperatura confort como esa persona con quien se comparten inquietudes.
Pareja y padres e hijos van primero, como la impepinable ropa interior, huelga decir.