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La foto de la Primera Comunión

29/06/2024
 Actualizado a 29/06/2024
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Sería un necio y un hipócrita si dijera que las apariencias no importan. Cuando alguien quiere transmitir un mensaje es evidente que hay que prestar atención tanto al contenido como al continente, pero estamos llegando a un punto en el que las apariencias son las que validan o no el mensaje. Algo que es muy preocupante y que demuestra la falsedad de la sociedad actual. 

Como vivimos en una vorágine continua no nos damos cuenta de esta situación, pero hay ocasiones en los que un hecho concreto o un comentario de alguien de tu entorno te hace detenerte unos segundos y ser consciente de la artificialidad de nuestras vidas. 

Hace unas semanas puse en marcha un canal de YouTube llamado ‘Periodismo en vena’, en el que pretendo compartir mis opiniones sobre todo lo que rodea a la profesión periodística. Como es razonable estuve valorando los diferentes escenarios donde podía grabar los vídeos y finalmente me decanté por utilizar de fondo una gran librería que tengo en el salón de mi casa. 

Ingenuo de mí, no se me pasó por la cabeza hacer un análisis exhaustivo de los libros, portarretratos y objetos de decoración que allí están colocados. Un audio de WhatsApp enviado por una buena amiga me despertó de mi ingenuidad. Sobra decir que su comentario sólo buscaba darme un consejo sincero y pensando en mi propio beneficio. Me preguntó si no era consciente de que las personas que vieran mi vídeo, antes de prestar atención a lo que yo dijera, se iban a fijar minuciosamente en todos los objetos que tuviera a mis espaldas. Y por lo visto cometí un error de principiante al no retirar un portafotos con una imagen de mi hija en su Primera Comunión. 

No fui consciente de que el virus de las etiquetas y estereotipos que predomina en nuestra sociedad provocaría que quizás gran parte de las personas que vean mis vídeos piensen al ver esa foto que soy un católico recalcitrante, facha y así un sinfín de etiquetas, que lo que provocan en algunas mentes ignorantes es el desprestigio automático de mis reflexiones. Menos mal que no hay una fotografía con mi mujer, ya que algunos pensarían que somos una pareja heterosexual aburrida y quizás algo homófoba. Suerte que tampoco tengo una foto de niño vestido de vaquero, lo que sin duda me convertiría en un racista de manual.

Dejando a un lado la ironía y el sarcasmo, que es el único salvavidas al que podemos agarrarnos ante la tormenta de imbecilidad que nos asola, es muy triste que el postureo y las apariencias predominen en nuestras vidas y lo verdaderamente importante quede supeditado a la superficialidad.

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