Todos los partidos son caciquiles, los organigramas partitocráticos terminan degenerando con el asentamiento de estructuras sólidas por las que terminan trepando arribistas expertos en copar los escalafones de peleles al servicio del mejor postor que esté dispuesto a comprarles por el mejor precio. Sin embargo, en determinados rediles, se permiten el lujo de adoptar a ovejas negras para dotar a su endogámica empresa de voces aparentemente libres. Ese cheque en blanco del acreedor se concede únicamente a los que son capaces de devolver esa hipoteca de rebeldía orgánica en forma de rédito electoral que beneficie a su partido; ¿se creen que Pedro Sánchez dejaría suelto a Emiliano García Paje si este no fuese capaz de hacer morder el polvo al PP en Castilla La Mancha? de no ganar elecciones se lo habrían quitado de encima como hicieron con Juan Lobato en Madrid.
José Antonio Diez, alcalde de León, sabe que cuenta con el aval de decir lo que le salga de las narices, su mayor garantía es la historiografía municipal de la ciudad que gobierna: a excepción de las etapas de junio de 2003 a diciembre de 2004 y de 2007 hasta 2011 en las que el consistorio estuvo gobernado por Francisco Javier Fernández Álvarez, la capital de la provincia ha estado gestionada siempre por el PP. Contando con el incentivo circunstancial de que su formación perdió gran parte del poder municipal tras la marea azul del 2023, él resistió. Por eso no le tiembla el pulso al disparar fuego sin discreción contra Óscar Puente (al que algunos ven como posible sucesor de Pedro Sánchez). Más allá de las garantías que ofrece Diez, existe en los adentros del PSOE la fobia que posee a todos los que tienen que aguantar las cantinelas de un verso suelto: la posibilidad de que se vaya del partido y funde el suyo propio haciendo un agujero en la nave abandonada. En Ontinyent, un pueblo de la provincia de Valencia, su alcalde Jorge Rodríguez fue expulsado del PSOE, fundó una nueva marca en 2019 y a día de hoy gobierna con mayoría absoluta pasando por encima de las ruinas de su antiguo partido.