Año 2038. La empresa tecnológica Z lanza al mercado la aplicación Registrer, capaz de documentar en 3D y en todo momento las veinticuatro horas de la vida de un individuo y almacenarlas en un chip interno y en la nube Living Cloud. Como consecuencia, una enorme cantidad de habitantes del planeta se dedica a posar para las cámaras permanentemente, incluso en momentos de intimidad, ofreciendo a ojos del público potencial una felicidad adulterada que, según afirman algunos psicólogos, no debe distar de la felicidad edénica original, tan desconocida como anhelada por la especie humana.
Año 2041. El Registrer 2.0 amplía su capacidad a nuevas experiencias vitales y sensoriales. Sonido, tacto, olfato, gusto, propiocepción… La «visualización 5D» se convierte en una experiencia inmersiva y real de transferencia de personalidad, de forma que durante la misma el usuario pasa a sentirse plenamente la persona grabada. Únicamente la voluntad de esta le es negada. La empresa Z anuncia investigaciones para derribar esa última barrera.
Año 2043. Z anuncia que el usuario está a los mandos. La nueva «visualización» Registrer 3.0 incluye, junto a la posibilidad de sentirse otro, la de hacerlo actuar a voluntad. El uso de un «otro» requiere permiso expreso del fabricante y una cuota extra (versión Premium), pero no autorización del propietario de la personalidad original, que cedió esos derechos cuando comenzó a utilizar la aplicación hace un lustro.
Año 2051. La desaparición progresiva de la idea de pudor y de los reparos morales convierte la experiencia de documentación y visualización en una serie de episodios escabrosos. De hecho, conceptos como repugnancia, pornografía o tristeza carecen actualmente de sentido. El registro permanente de todos y cada uno de los minutos vitales de cada individuo y su posible manejo extraindividual trae como corolario el final de la vida social, parejas o amistades y, como consecuencia, nula natalidad y una depresión solipsista colectiva que, por supuesto, es grabada y puesta a disposición de cualquiera. Nadie, sin embargo, visualiza esas grabaciones, ni siquiera la propia. El suicidio es una de las principales escenas registradas, y los suicidas se esmeran por ofrecer una puesta en escena, desarrollo y conclusión a la altura del acontecimiento. Sin éxito: nadie está mirando.
Año 2053. La conocida como revuelta No-Z o «liberación del yo» deja sin servicio los dispositivos corporales y colapsa la L-Cloud en un torbellino de imágenes y experiencias caóticas denominadas «el fin del propio-mundo». Se producen sabotajes en servidores y almacenes de información. Se calcula que unos catorce mil millones de vidas registradas han desaparecido sin ser visualizadas más que parcialmente por algún familiar o algún registrador de la propiedad. La empresa Z ha lanzado al mercado la aplicación «Eraser» que garantiza una total eliminación de datos personales in aeternum.