Este domingo se echaron a la calle en León miles de personas lanzando un grito de auxilio. La petición es que se busquen y se apliquen medidas para garantizar el futuro de una región que agoniza. Según el instituto nacional de estadística, León es una de las provincias que más población ha perdido, 945 habitantes en un año.
Se reivindican cambios, una revitalización, un plan que haga resurgir la actividad industrial y económica además de incrementar y mejorar los servicios públicos.
A la manifestación se sumaron también los trabajadores del campo. Piden que se tenga en cuenta que la agricultura y la ganadería tienen mucho peso en la economía. Se sienten ahogados en medio de un océano de requisitos y aumentos de costes de producción, hasta el punto de verse obligados a cesar en su actividad en algunos casos. Además, como en otras varias profesiones, les preocupa la escasez de relevo generacional.
En las ciudades, las oportunidades laborales se reducen al ritmo del cierre de empresas y negocios. Una triste realidad.
Estos son algunos de los problemas que se arrastran hace años. Sin una atención adecuada, crecen, se agravan con el paso del tiempo. Si los responsables no ponen remedio con carácter de urgencia, la situación será irreversible.
No faltan sobre la mesa ideas, proyectos, promesas que por la razón que sea no llegan a materializarse, quedan escondidas en un cajón.
Ya es hora de hacer efectivas todas esas buenas intenciones, acompañar las palabras con acciones antes de que sea demasiado tarde.
Recogen los datos que desde que se convoca esta protesta, la cuarta en cinco años, los asistentes a la misma se han reducido.
Puede deberse a una falta de apoyo o, tal vez, al hartazgo que produce la sensación de ser ignorado por quienes deberían escuchar.
El lema que lucían las pancartas es un buen reflejo de lo que pensamos la mayoría de los ciudadanos. También se puede hacer extensible al resto del país, de ámbitos y problemáticas existentes.
Más soluciones y menos cuentos.