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Un gallego en Normandía

16/06/2024
 Actualizado a 16/06/2024
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Entre los siglos XIX y XX cientos de miles de gallegos se expandieron por todo el mundo. Huían del hambre, la falta de trabajo, búsqueda de progreso social y de posiciones políticas. Este éxodo se ha plasmado en una canción que habla de ‘Un gallego en la Luna’, reflejando así esa su gran capacidad para emigrar, que allá donde vayas es imposible no te topes con un gallego. En Argentina, por ejemplo, han llegado a constituir el 14% de la población, hasta el extremo de que ‘gallego’ llegue a substituir el nombre de ‘español’. 

Entre la diáspora gallega quiero hacer un par de referencias protagonizadas por emigrantes gallegos cuyo destino ha sido diametralmente opuesto. 
Me refiero, en primer lugar, a la feliz, exitosa y realmente curiosa historia protagonizada por un gallego llamado Santiago Fermoso. Se trata de un muchacho vigués que emigró a Estados Unidos en 1968 a la edad de quince años, instalándose en Newark, una ciudad perteneciente al Estado de New Jersey, que es la ‘pequeña Galicia’ de los EE.UU. Atraído por la gran cantidad de gallegos que allí vivían, llegó a jugar al fútbol nada menos que al lado de Pelé, Bekenbauer o Cruyff.

Pero quien ha protagonizado mayor atención en estos días debido, esta vez, a su trágica circunstancia, es un gallego nacido en Outes, llamado Manuel Otero Martínez. Su nombre ha tenido la semana pasada especial dedicación en todos los medios de comunicación gallegos, a propósito de haber sido una de las víctimas del desembarco de Normandía, acontecimiento que se ha celebrado con motivo de su 80 aniversario.

A Manuel Otero Martínez le sorprendió nuestra Guerra Civil en Santander donde trabajaba como mecánico de la marina mercante. Combatiente en el bando republicano, resultó gravemente herido en la batalla de Brunete. Cayó prisionero de los nacionales, siendo encarcelado en Barcelona. Gracias a la intervención de su familia consiguió salir de prisión y emigrar a New York, donde consiguió montar un taller. Tan solo necesitaba seis meses de servicio militar para conseguir la nacionalidad norteamericana. La mala suerte hizo que en ese tiempo embarcase con destino a Normandía en plena II Guerra Mundial. Durante el desembarco norteamericano en la playa de Omaha, Manuel Otero logró rebasar la primera línea de defensa alemana, pero cayó poco después de manera fulminante al tropezar con una mina. Había cumplido 28 años de edad, siendo el único español fallecido en el desembarco.

Como tantas otras víctimas en las playas de Normandía, Manuel Otero fue enterrado en el cementerio de Colleville. Gracias a una gestión paterna, sus restos fueron trasladados en 1948 hasta Serra de Outes, localidad antedicha donde vino al mundo. Su peripecia vital y trágica ha tenido especial relevancia la semana pasada en todos los medios de comunicación gallegos referidos al desembarco de Normandía.
Publicaciones Arenas publicó en 2016 un libro de la autoría de Antonio Osende Barallobre titulado ‘Normandía Día D. Manuel Otero Martínez. Un gallego en Omaha Beach’.

 

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