Jorge Brugos

Genarín y el alcohólico que todos llevamos dentro

01/04/2024
 Actualizado a 01/04/2024
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Cuando estaba inmerso en mi primera juventud, una en la que no me prodigaba en salir de fiesta ni en beber alcohol, le decía a mis amigos con una vehemencia contundente que emborracharse todos los fines de semana te convierte en un alcohólico. Ellos se reían, me caricaturizaban como un puritano que se la coge con papel de fumar. Han pasado los años, y puede que con menos aire inquisitorial, pero en el fondo sigo pensando lo mismo (a día de hoy continuo pidiéndome con una rebeldía revolucionaria una Coca Cola en cervecerías especializadas). Hay una relación causal entre el que convive tóxicamente con el alcohol y el que cada vez que sale termina con el norte hundido en líquido etílico. 

El alcohol es de las drogas más dulcificadas de la historia, la más normalizada y asimilada por la sociedad pese a que en exceso sea el verdugo de miles de muertos en vida; ni el mayor de los esclavistas de los anales de la historia ha tenido más rehenes que esta sustancia que subyuga a millones de almas en el mundo. Secuestra espíritus y no personas porque a diferencia de lo que escribe Viktor Frankl en El hombre en busca de sentido, la pena del hombre ebrio trasciende a lo más profundo del corazón. Lo ignoramos, está socialmente aceptado, incluso se celebran homenajes alcoholizados como la procesión de Genarín en León. Exceptuando el toque satírico de la fiesta, me preocupa que se practique tal enaltecimiento del beber. Esa oda al consumo de sustancias espirituosas ha generado que no sepamos determinar correctamente los hábitos virtuosos. No quisiera yo ponerme como esos que nos dicen lo que tenemos que comer, pero me llama mucho la atención los que de buena mañana desayunan una cerveza. Hace algunos años estuve trabajando de captador de ONG´s (culpable) y recuerdo ,que al alba, mi superior se bebió un orujo que tumbaba a un caballo. Siempre que veo a alguien tomarse un trago nada más salir el sol me pregunto cuánto alcohol aguanta ese riñón si nada más despertarse ya está reposando las ideas en salmuera destilada. 

Genaro nos tiene que enseñar las consecuencias del olvido de uno mismo y de la entrega de nuestro espíritu al licor: se nos pasará la vida y no veremos el camión que nos llevará por delante. 

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