Si tuviesen a su disposición para consumir a discreción, sin abonar un chavo, montañas de galletas (caseras o no), carros de helado (tipo Holy Cow, tipo Albany o del que prefieran) y tartas de queso (o de manzana, chocolate o zanahoria) las veinticuatro horas del día los siete días de la semana ¿sucumbirían regularmente a la tentación de comerse una ración? Hay gente por el mundo adelante que enfrentándose a esa diatriba resiste y otra que no. En ambas categorías hay gente cuyo peso y figura están contenidos y quienes uno o los dos de esos elementos los manifiestan descontrolados, o sea, en ambas categorías hay gente que está gorda y gente que está delgada y gente que no está ni gorda ni delgada. Pero para la que no resiste esa tentación se ha acuñado un término que lleva a confusión y a mí me incomoda.
Hace un tiempo irrumpió el uso de «gordo» para describir, además del sujeto cuyas formas tienden a la redondez y el alto volumen y en general para todo aquello abundante que contrasta con lo más fino, también para los que no cuidan su alimentación y engullen dulces, ultraprocesados, y grasas saturadas a conciencia se usa el «gordo». «Soy un gordo», «eres un gordo» se oye en restaurantes y comedores cuando alguien se abalanza sobre hamburguesas, panceta o comida bañada en salsotas. Y no me acostumbro.
La primera vez que escuché aquel uso me chocó y me perdí. La segunda lo entendí mal que bien. Y a la tercera empecé a cargarlo de connotaciones personales tras el análisis concienzudo del tono con que se decía. Aunque la resignificación de términos es un fenómeno que sucede, y que como todo cambio lingüístico es ajeno a la voluntad deliberada de academia alguna o particulares concretos, y poco se puede hacer, sufro el impulso de frenar la tendencia porque me disgusta escuchar eso. Me deja fuera de juego.
Cómo sean mi figura y mi peso no son relevantes en esta controversia, tampoco cuáles sean mis hábitos alimenticios. Es algo diferente que no sé explicar. Pero abogo por que se deje de usar ese término con ese significado. ¿Me secundan?