04/02/2025
 Actualizado a 04/02/2025
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Hace más de cincuenta años, en tiempos de Franco, un día uno de enero, Jornada de la Paz, siendo aún estudiante, me invitaron a hablar ante un público en el que se encontraba el alcalde franquista del ayuntamiento. Entre otras cosas, recuerdo haber dicho que la paz es mucho más que la ausencia de guerra, que no ha de ser la paz de los cementerios, que no hay verdadera paz sin libertad y democracia, y que las cosas deberían cambiar. El Sr. Alcalde se salió indignado. Pudo haberme costado un disgusto, pero no me denunció. Lo cierto es que quedé muy a gusto porque dije lo que tenía que decir. Critiqué a Franco cuando estaba vivo. Otros que entonces callaban como muertos esperaron a que muriera para ser antifranquistas. A buenas horas.

Años más tarde, en plena reconversión salvaje, con gran indignación por la forma en que estaban hundiendo a la Cuenca Minera de Fabero, no solamente alzamos la voz para denunciar los atropellos, sino que movilizamos a la gente para que se manifestara. La respuesta fue buena, pero inmediatamente sufrimos graves amenazas por parte de algunos empresarios, sindicalistas y políticos. Ciertamente se pasa mal, pero no se puede ceder. Al no conseguir nada por las malas intentaron por las buenas comprar el silencio, de la misma manera que compraban a otros. Tampoco tuvieron éxito. Más tarde, el tiempo y la gente nos han dado la razón. 

La situación actual de España no es menos preocupante. Personalmente creo que es muy grave y que no se puede callar. Reconozco que últimamente mis palabras han  podido ser muy duras, pero es la cruda realidad. Soy consciente de que mi opinión no es relevante. Lo que ocurre es que son muchos los que piensan lo mismo y que sienten una gran preocupación por la dictadura bolivariana que nos puede venir encima y que en la práctica puede llegar a hacer imposible la alternancia de poder. Ahora lo que no nos debe preocupar es una dictadura felizmente superada, tras una transición ejemplar, sino la que se avecina. Los presuntos dictadores luchan sin descanso por combatir a dos instituciones muy importantes como son la justicia independiente y los medios de comunicación libres. También la Iglesia y la Corona están en su punto de mira. Por eso es muy de agradecer que haya medios como éste, en el que vengo participando desde su fundación, que respeten el gran tesoro de la libertad para opinar y denunciar lo que otros tratan de encubrir. Solo que en este caso preferiría que el tiempo no me diera la razón.

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