22/11/2024
 Actualizado a 22/11/2024
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No hay que ser un especialista en sociología para darse cuenta de que las sociedades de los países democráticos se están tensionando rápidamente, polarizándose ideológicamente en distintos bandos y transmitiendo esa tensión de forma horizontal entre los ciudadanos, y de forma vertical a las estructuras de los Estados.

No son las típicas tensiones provocadas por momentos de crisis económicas. Son tensiones cuyo origen es mucho más profundo y mucho más complicado de afrontar. Una crisis de valores y principios con la que se pretende extender un nihilismo social y existencial desde la izquierda política.

Este relativismo ideológico facilita y fomenta que nuestros políticos digan hoy una cosa y mañana la contraria sin temor a ruborizarse, que puedan pactar con aquellos con los que siempre negaron cualquier opción de pacto, que puedan dormir tranquilos compartiendo gobierno con aquellos que les quitaban el sueño, que liberen a terroristas y violadores, que se alineen con narco dictaduras por intereses económicos. Da igual mentir, da igual plagiar, da igual robar…

Ahora es turno de socialistas y comunistas para diseñar la sociedad, pero en otra época le tocó al nacionalsocialismo. El fin siempre es el mismo, aunque los medios sean distintos. Socializar al ciudadano supeditando su esfuerzo, libertad e identidad, a un supuesto bien colectivo que no es otro, en realidad, que procurar estabilidad, poder y beneficios económicos a quien está en el poder. Para ello, es imprescindible laminar cualquier estructura entre individuo y Estado que pueda poner en peligro sus chiringuitos, ya sea la familia, organizaciones civiles, la prensa libre… 

Por todo ello es necesario estar atentos, no perder el espíritu crítico y que cada ciudadano sea activo políticamente, cada uno en su ámbito. Una implicación política desde la sociedad civil y movimientos asociativos, que sirva para fiscalizar el cada vez mayor poder de nuestros gobernantes. Una implicación que luche contra el pensamiento único y pierda el miedo a ser incómodo ante el ‘establishment’.

Un ejemplo de esa lucha es la asociación ‘Acción Liberal’, cuyos objetivos son la defensa y la divulgación de los principios liberales como: la defensa del individuo, el Estado limitado, la iniciativa y propiedad privada, la igualdad de oportunidades, la unidad de España y la separación de poderes, y de la que tengo el orgullo de ser cofundador.

En esta ocasión ‘Acción Liberal’ convoca a los leoneses a la presentación del libro del periodista Carlos Cuesta, titulado ‘El gran impostor’ en el que, de una forma valiente e incisiva, el autor hace una crónica negra del socialismo contemporáneo con los excesos y desmanes de la época oscura desde Zapatero a Sánchez. 

Todos aquellos que compartan el ideario liberal, quedan convocados a dicha presentación en la sede social del Real Aero Club de León en la calle Santa Nonia 8, mañana sábado 23 a las 12:15 y compartir con Carlos Cuesta su visión actual de la política española.

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