Imagen Juan María García Campal

Una gratitud y un buen deseo

29/11/2023
 Actualizado a 29/11/2023
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Pasa tan inadvertida su elección como la importancia que sus actuaciones tienen para la comunidad de ciudadanos en la que ejerce su función, haga aquélla uso o no de sus posibles actuaciones. Acaso este desinterés mediático y social sea, como en el caso de sus alusivos referentes de mayor competencia territorial, el que no supongan un poder en sí mismos, ya que su principal función es «velar por la garantía y respeto de los derechos y libertades de los miembros» de la comunidad para la que son elegidos y a la que sirven. Derechos y libertades que, por más que muchas personas crean que fueron y son graciosa concesión de un ser superior (humano o divino), son y fueron conquistas fruto de la lucha individual y colectiva, de muchos anónimos conciudadanos que, en mayor o menor grado, organizados o no, les coexistieron o precedieron.

Hablo de la Defensoría de la Comunidad Universitaria de nuestra Universidad, una de las contadas que incorporó tal figura en su Estatuto (1985) al amparo de la Ley Orgánica de Reforma Universitaria (1983), siendo la primera en proceder a su elección y puesta al servicio de su comunidad. Ya entonces creíamos una mayoría de sus miembros, que «la ciencia y la cultura son la mejor herencia que las generaciones adultas pueden ofrecer a las jóvenes y la mayor riqueza que una nación puede generar, sin duda, la única riqueza que vale la pena acumular», como decía el preámbulo de la LRU, y por ello acaso el primer estatuto de nuestra universidad se redactase por su Claustro constituyente «considerando: que la institución universitaria tiene el deber primordial de actuar como instrumento de transformación social al servicio de la libertad, la igualdad y el progreso, para la realización más plena de la dignidad humana…».

Así, seguro que con esa creencia y ese considerando en la mente de candidatos y Claustro elector, fue elegida como nueva Defensora, en sucesión del profesor Paulino Pardo Prieto, Marta Zubiaur González, catedrática de Educación Física y Deportiva, la cual, como doctora en psicología, cuenta con un recurso «importante para la comprensión y trato adecuado de las personas y grupos» de la comunidad; se cumple además así, la paridad de género que, de forma natural, se viene dando en el cargo (5/5).

Gratitud inmensa al cesante, Paulino Pardo, por todo lo hecho en y por la y las Defensorías universitarias; y la mayor suerte a la electa, Marta Zubiaur, en su nuevo cometido de servicio. Ser Defensor siempre fue y es ¡honor y orgullo!

¡Salud! Y buena semana hagamos y tengamos.

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