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Gratitud, pasión y esperanza

23/06/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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El papa Francisco dijo tiempo atrás a los religiosos y religiosas, y con ellos a nosotros, que había que mirar al pasado con gratitud, vivir el presente con pasión y abrazar al futuro con esperanza. Una fórmula feliz, realista y sugerente. Ayer recordé esta frase magistral. Fue ante la pantalla de TV que ofrecía la transmisión desde la Almudena madrileña de la beatificación de catorce religiosas concepcionistas de clausura, asesinadas por el hecho de serlo.

¡A qué aberraciones se llega: considerar un peligro grave para la humanidad y, por tanto, digno de ser borrado del mapa con furia y crueldad, a un grupo de mujeres que ocupaban el tiempo en rezar en la capilla, reír en la recreación, y trabajar en la huerta y en algunas tareas de artesanía que les permitían vivir, que en aquellos tiempos era «malvivir»!

Ante esta muestra de vesania, que llegó a empapar a casi toda nuestra sociedad, fuera cual fuera el signo más de las vísceras que de las ideas, viene bien sanear la memoria histórica y, a pesar de todo, ser capaces de leer lo ocurrido con gratitud (¡la locura de la cruz!), abrazar con ternura infinita (que eso será la pasión) este momento que ha superado (no sin atavismos y ¿para siempre?) la agresividad fáctica como moneda de calle, y que invita a dirigir, con esperanza, mirada y manos hacia lo que está emergiendo en nuestros ambientes, donde hay mucho humanismo del bueno. De esto estoy convencido, aunque este crecimiento no se encauce siempre por perfectas líneas rectas. La historia, que debe seguir siendo maestra de la vida, especialmente si se enmarca en una visión creyente, nos ayudará a dar con las claves que nos permitan aceptar que cualquier tiempo pasado fue peor y que, con las partículas del Cándido rousseauniano que nos queden, todavía merece la pena invertir energías en hacer realidad el lema del Día de Caridad, que se celebra hoy: «Tu compromiso mejora el mundo».

Para astorganos y leoneses este mensaje tiene una mayor potencia: cuatro de las catorce monjas citadas procedían de estas tierras; dos de la diócesis astorgana, hermanas entre sí, de Avedillo de Sanabria, Inés y María del Carmen Rodríguez Fernández, de 47 y 41 años de edad, respectivamente; y las otras dos de la de León, Pilar Campos, de 39 años, nacida en Valdealcón, y Narcisa García Villa, de 28, natural de Nava de los Caballeros. Cuatro beatas. E intercesoras. Y modelos de gratitud, pasión y esperanza. Comparen con otras formas de entender la vida. Servidor tiene claro con la que se queda.
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