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Las guerras internas de los partidos: un espectáculo fascinante

07/03/2025
 Actualizado a 07/03/2025
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Si algo tiene la política española es que, cuando parece que todo está bajo control, los partidos sacan sus trapos sucios, afilan las navajas y convierten sus congresos en una especie de ‘reality show’. Y, francamente, es difícil no disfrutar del espectáculo. Cuando las formaciones parecen una balsa de aceite, basta con anunciar un proceso congresual para que emerjan las familias internas, esas que todos saben que existen, pero nadie menciona, como si fueran parientes incómodos en una cena de Navidad.

Ahora, el que nos ofrece la función principal es el PSOE de León, donde el guion tiene de todo: traiciones, amenazas e intereses personales, con un barniz leonesista. De un lado del ring, tenemos a Javier Alfonso Cendón, actual secretario provincial que, para no perder la costumbre, sigue la línea oficial de Ferraz como si le hubiesen dado un ‘teleprompter’ directamente desde la Moncloa. Del otro lado, Diego Moreno, que ya le disputó el puesto hace ocho años y ahora vuelve a la carga, respaldado por el alcalde de León, José Antonio Diez, por Luis Tudanca, ese ex secretario regional que dejó con el culo al aire a todos a los que les pidió su apoyo, y por Andrea Fernández, hasta hace no mucho nueva esperanza blanca socialista contra el heteropatriarcado y ahora desahuciada políticamente por los que la auparon.

Y es que José Antonio Díez tiene un problema: necesita que le expulsen del PSOE. No es que le guste el riesgo, es que necesita salir por la puerta grande para montar su propio proyecto político. Un proyecto leonesista o progresista de marca blanca, según sople el viento. Una expulsión le colocaría la etiqueta de mártir, y, envuelto en la bandera de León, conseguiría que algunos pensasen que su cruzada por la autonomía leonesa es una cuestión de principios y no de pura supervivencia. Aquí es donde entra Diego Moreno, que podría ser la excusa perfecta que necesita Díez para sus aspiraciones. 

Eso sí, si Díez quiere liderar un proyecto propio, haría bien en ir ligero de equipaje, porque si tiene que meter en su carro a todos los damnificados por Cendón, por la nueva dirección autonómica y por Sánchez, con Diego Moreno y Andrea Fernández a la cabeza, lo mismo acaba montando un revival trasnochado del PSOE en vez de un proyecto alternativo. Y ahí se acabó el mártir y empieza el problema.

Hoy le toca al Partido Socialista, pero no crean que estas disputas son exclusivas del PSOE. Es común a todos los partidos, cuando los dirigentes provinciales, autonómicos o nacionales, bien por mantener un impostado discurso de control y unidad antes sus jefes directos, o por creerse el rey o la reina del mambo sin pisar su territorio, piensan que tienen más apoyo del real y se llevan una sorpresa cuando toca renovar estructuras, tiran de silbato y, al mirar atrás, se encuentran más solos que la una.

Al final, las guerras internas de los partidos son como las discusiones familiares: incómodas, inevitables y, admitámoslo, entretenidas para los que miran desde fuera.

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