Riaño es uno de esos lugares que da gusto visitar una y otra vez. Cualquier día es bueno, pero algunos son, si cabe, aún más especiales. Aquí mismo, sin ir más lejos, han salido ya algunos de sus atractivos, como el museo etnográfico, el columpio, el barco… o el antruido –los zamarrones y el desfile de la Mojiganga–, la mascarada que, por carnaval, pone en valor la tradición leonesa. Y ahora te quiero hablar de la ‘Güeste de las ánimas’…
Ya sabes que en la Noche de difuntos, la de mañana, víspera de Todos los Santos, parecen entremezclarse el mundo de los muertos y el de los vivos. En esta ocasión, en Riaño se esperará al día siguiente, 1 de noviembre; pero la güeste de las ánimas no faltará a su cita y, un año más, recorrerá las calles de la localidad en un desfile sobrecogedor organizado por la Asociación Cultural ‘Montaña de Vadinia’. Yo he tenido ocasión de presenciarlo y créeme que hay momentos en los que uno ha de tragar saliva…
Si tienes ocasión, acércate; y si es con tiempo, mejor, y disfruta del entorno. Y, ya puestos, aprovecha para realizar el paseo en el barco turístico –que merece, y mucho, la pena–; y quizá hasta te encuentres a bordo con una de las ánimas y te explique qué es lo que va a suceder al anochecer…
En todo caso, no dejes de estar a eso de las siete de la tarde en la iglesia románica de Riaño –el viejo templo del pueblo de La Puerta que fue trasladado piedra a piedra hasta su emplazamiento actual, salvándose así de las aguas del embalse–, a las afueras de la localidad. Y abre bien los ojos…
Una tras otra, una veintena de almas en pena –si no más–, ataviadas de blanco, vagarán por Riaño, alumbrando el camino con una antorcha o candil –en algunas calles, incluso, se apaga el alumbrado público– y siguiendo a la mismísima muerte. Esta, vestida de negro y cruz en mano, encabeza un desfile que transcurre en el más absoluto silencio, solamente roto por una esquila y un bombo. Ten cuidado cuando te cruces con ellas, no te vayan a arrebatar el alma…