Hay veces que, a la hora de escribir, se agolpan tantos temas que uno no sabe con cual quedarse. Podríamos hablar de Begoña o de su cuñado, de Koldo o de Ábalos, o del llamado número uno, pero tal vez no tenga demasiado sentido, pues sus andanzas están en manos de la justicia, y será justicia quien tenga la última palabra. Hay quien dice que el tema de Íñigo Errejón fue sacado a la luz en este momento para dejar de hablar de otros temas, pero en definitiva tampoco tiene mucha trascendencia si, como hemos indicado, la justicia ya está haciendo su labor. En realidad nosotros no somos quién para juzgar. Por otra parte, en referencia al político con cara de niño, de poco sirve enseñarse con un pobre hombre que ha sido víctima de su debilidad y de no poder controlar sus instintos. No midió las consecuencias y ahora lo está pagando caro, perdiendo un sustancioso puesto de trabajo. Pudo no haber dimitido, pasándose al grupo mixto y no renunciando a la condición de aforado. Eso le honra. Otros deberían seguir su ejemplo y no lo hacen.
Otro tema de actualidad podría ser el comunismo, y no solo por el daño que está haciendo en España el social comunismo populista por sus efectos negativos en materia económica, espantando inversiones. Es noticia que en Cuba se han quedado sin electricidad un montón de días y que son incapaces de salir de la miseria. Y todavía hay quien no se entera y defiende lo indefendible. Más que preocupante es el envío de soldados de Corea del Norte, férrea tiranía comunista, para ayudar a Rusia en su lucha contra Ucrania. El propio Putin sigue las mismas tácticas que los dictadores que le han precedido en la antigua Unión Soviética. Las consecuencias son demoledoras.
Y ¿qué decir de Oriente Medio? ¿Es acertada la respuesta de Israel al fanatismo de quienes atentaron gravemente contra la única nación democrática de esa zona? Son muchas las víctimas inocentes y no parece que el fin justifique los medios. Entendemos la indignación de Israel, pero pensamos que la respuesta de Netanyahu no es la más acertada.
Entre tanto, el Papa Francisco nos ha sorprendido gratamente con su última encíclica «Dilexit nos» (Él nos amó) dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, que es una excelente expresión del amor que Dios nos tiene. Corresponder a ese amor ha de ir íntimamente unido a la preocupación por los inmigrantes, por los que sufren las consecuencias de las guerras, por los que son víctimas de la injusticia, por todos los que sufren… Lo que necesitamos es amor.