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Hacer las Américas en Qatar

19/10/2019
 Actualizado a 19/10/2019
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A finales de los años noventa, el príncipe Abdelaziz Bin Fahd, hijo del rey Fahd, de Arabia Saudí, que tan famoso se hizo por sus visitas, derroche y lujo en la costa de sol, decidió poner rumbo a Granada, concretamente a la Alhambra. Aunque llegó a reservar toda una planta del magnífico hotel Alhambra Palace, su idea era otra, por tanto decidió montar un campamento con grandes tiendas de campaña en el campo, en un lugar por encima del cerro de los palacios alhambreños.

Según nos contaron sus allegados, había ido allí a orar, pensando que en esos mismos parajes fue donde, hace cientos de años, vivía y dormía Boabdil. El príncipe había visitado varias veces la ciudad, pero fue en esta ocasión en la que pudo cumplir su mayor deseo, poder acampar allí. Imagínense cómo fue la llegada de la comitiva, con jaimas, alfombras de lana y seda, equipos de aire acondicionado, ambulancias con médicos y sanitarios, y por supuesto, armas y demás bagajes.

La experiencia fue tan apasionante que el príncipe Abdelaziz Bin Fahd, ordenó construir una replica en el desierto. Para ello contrató arquitectos, artesanos, cartógrafos, expertos en historia y mobiliario, canteros… Lo mejor de lo mejor en cada sector, porque quería una copia de lo más real. Fichó a unos prestigiosos arquitectos e ingenieros franceses, para la construcción del Patio de los Leones (hizo dos, ya que el primero se le quedó un poco corto), el de los Arrayanes y la Torre de Comarex, eso sí, bajo la condición del secretismo, ya que nadie se podía enterar de aquel majestuoso y millonario proyecto.

Fue tal el agradecimiento por el trato recibido durante su estancia, que el príncipe regaló a la ciudad el mejor presente que tradicionalmente puede hacer un príncipe musulmán: Kuraffi y Classic Laura.

Dos magníficos caballos con más pedigrí que la reina de Inglaterra, que se mostraban al pueblo los días de toros, justo antes de que los toreros realizasen el paseíllo en la monumental de Frascuelo. Con los años, tuvieron un potro que se llamó Asmar (que significa moreno), aunque definitivamente se acabaron vendiendo, porque los cuidados que necesitaban eran muy costosos.

La semana pasada, el alcalde de León viajó a Qatar de la mano del gerente de la Cultural, donde todo han sido buenos propósitos no sólo para el club de fútbol, sino también para la ciudad.

Mi querido alcalde desde aquí te digo que, conociendo a Felipe, yo iría piano, piano, que ya se sabe que ‘hacer las Américas’ en Qatar, nunca ha sido un buen negocio, y menos de la mano de un hombre que constantemente se despista y le tenemos que recordar aquello de ‘memento mori’.
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