12/04/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Se acerca la campaña electoral y en las sedes se siente el mismo nerviosismo y algarabía que en las cuadras, ultimando los detalles antes de que los caballos salgan a la pista.

La preparación de los candidatos ha sido meticulosa y cara. Como potros fieles, que nunca abandonaron la yeguada, han sido domados con mimo hasta aceptar las bridas como parte de su cuerpo y las riendas cortas, no vayan a desbocarse. Son incentivados con zanahorias frescas tras el entrenamiento diario porque, aunque sean carreras cortas trotando por las sedes, no son animales acostumbrados al trabajo.

Mozos de cuadra, jinetes, criadores, asesores o ministros… En ambos casos, todo un despliegue humano preparando al candidato, pendientes de que su pesebre esté lleno y su establo reluciente. Cepillan sus crines e historiales, limpiándolos de barro, polvo y paja, inflan sus egos con palmaditas en el lomo o con títulos y másteres, si hace falta. Pulen sus pezuñas y les infiltran ideas y arengas que recordarán a base de piensos energéticos. Da igual de la sede o cuadra que provengan, parecen distintos, pero son idénticos: potros programados, convertidos en lustrosos caballos de casta y raza fabricada, tan dopados que ellos mismos se sienten pura sangre, rezumando adrenalina y fingido optimismo.

Los candidatos ya resoplan en la línea de salida, bajo la atenta mirada de los padres del partido y amos de las cuadras, cuyos nombres ya aparecen en pantalla: Vox, PP, Ciudadanos, PSOE, Podemos… Vemos al dorsal verde reemplazando al azul, en el extremo derecho de la pista. Lo mismo ocurre con el que luce de morado, reemplazando al rojo, por la izquierda. El joven potro de dorsal naranja, ha quedado en el centro, dubitativo y nervioso, mirando de reojo a ambos lados. Habrá que observarlo a lo largo de la carrera. No está garantizado que se siga el reglamento y jueguen limpio. Asomarán caballos viejos y potrancas, no inscritos en la carrera, poniendo zancadillas y haciendo trampas varias. Tampoco está garantizado que gane el ganador, que no haya cruce de sementales, pactos y trapicheos de despacho que nos lleven al desastre. Es decir, que ganen todos ellos y los únicos perdedores seamos, como siempre, los ciudadanos.

Ya suena el himno de la patria, ondea la bandera rojigualda y suena el pistoletazo de salida. La campaña electoral queda inaugurada. Tomen asiento, tila en mano, y hagan sus apuestas, señores.
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