El pasado mes de octubre fue un mes que contra todo pronóstico, comenzó siendo muy caluroso y terminó desencadenando un frío otoñal que ya ha dejado salir los abrigos de invierno a más de uno en la ciudad de León.
Parece que fue ayer cuando caminábamos con manga corta por la calle, dejando al aire la piel, siendo esta reflejada por el sol.
Y como no, se espera que halloween sea un día igual. Parece una profecía maldita entrever que un día tan profundo como el día de todo los santos sea un día que se prevea lluvioso o frío, tal vez nublado u oscuro.
Sin embargo, Halloween es más que un día, es una ceremonia de años. Se remonta a los celtas de Europa, ya que era cuando estos celebraban su año nuevo llamado Samahin, que hoy consideramos 1 de noviembre.
En aquel entonces, tenían la idea de que las almas caminaban por el mundo mientras iban hacia el más allá, junto con otras criaturas como hadas y demonios.
Este ritual, servía para despedir a su dios del Sol llamado Lugh, y así, dar la bienvenida a las noches cortas y frías que traía consigo el otoño.
Además, los celtas llevaban disfraces, probablemente pieles de animales para distraer a los malos espíritus o evitar que les hicieran algo malo.
Algo curioso es, que se disfrazaban hasta de géneros opuestos, es decir, los hombres de mujeres, para romper con los límites preestablecidos, lo cual me parece un avance para la época.
Se cree que estos celtas iban a las casas como actualmente se hace a cambio de comida y bebida diciendo tonterías (actualmente se dice truco o trato).
Por otro lado, todo esto cambió, cuando la influencia cristiana influyó sobre los celtas. Con la conquista del territorio celta, por parte del territorio romano, esta fiesta se mezcló con otras tantas como la fiesta de la Cosecha.
Entonces, el día 1 de noviembre, el papa Bonifacio IV decretó el día de todos los Santos para honrar a todos los mártires que habían dado su vida por su fé.
Así fue como el día antes se siguió celebrando con hogueras y disfraces que se terminó llamando la víspera de todos los Santos.
De hecho, todavía se siguen celebrando estas costumbres celtas en algunos territorios de la península como Asturias, donde se realizan actos que honran la tradición de esta cultura.
En mi opinión, cada cultura es un mundo pero me parece muy llamativa la festividad arraigada de los propios celtas y me gusta pensar que tal vez, por mis venas, corre sangre mágica, descendiente de una época pasada que creia en hadas.
Nunca se sabe, se dice que sabemos dónde estamos pero no creo que sepamos nunca con exactitud de dónde procedemos realmente.