Vivimos en un continuo bucle de esperanzas y desasosiegos, de enfados y resignaciones. El año y pico que llevamos de pandemia se nos está haciendo tan largo que somos capaces de cambiar de opinión varias veces al día sobre las medidas impuestas por las administraciones para, se supone, paliar los contagios. ¿Hasta cuándo vamos a estar así? Es la gran pregunta que todos nos hacemos, porque no hay quien no se haya sacrificado durante este duro año en el que hemos perdido más de lo que deberíamos.
Desde ayer en León capital y otros puntos de la provincia no se puede consumir dentro de los bares y restaurantes. Ya hemos vivido esto con anterioridad: se cierra la hostelería en el interior, se reducen los contagios pero no lo suficiente para que una vez abiertos estemos seguros de que se ha terminado de una vez. ¿Hasta cuándo tendremos que controlar tanto nuestra vida social, nuestras distancias con el resto de personas, la capacidad de resiliencia ante tanta situación que estaría fuera de toda lógica si volvemos a febrero del año pasado? ¿Tendremos fuerzas para recuperar esa normalidad tan esperada cuando no haya ningún impedimento para vivirla y disfrutarla?
Creo que no soy el único que he conocido a gente este último año a la que jamás he visto sin mascarilla. Personas que pueden no ser tan allegadas como otras, pero que juegan un papel importante en la vida y que todavía no ha llegado el momento en el que no las veamos sin esta prenda que ya es el símbolo de una larga y excesivamente dura época. Seguro que lo he escrito muchas veces: que ya queda menos, que toca aún mantener el último esfuerzo para lograr alejarnos del covid, y que incluso la vacunación va más rápido de lo que parece y pronto estaremos todos inmunizados (más o menos). Pero, ¿hasta cuándo seguiremos así?
¿Hasta cuándo?
05/05/2021
Actualizado a
05/05/2021
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