Esta semana se llevó a Pleno de la Diputación provincial de León la moción leonesista o, mejor dicho, se llevaron dos mociones leonesistas. Una, presentada por la UPL, de carácter autonomista, rupturista, instrumentalista, que busca enfrentar a los leoneses y que, por cierto, incluye de manera demencial a Zamora y Salamanca en sus pretensiones y otra, presentada por el Partido Popular, reivindicativa por León pero que busca la convivencia, el entendimiento y la concordia entre leoneses y entre leoneses y castellanos.
El resultado, como bien sabrán ustedes, fue que se aprobó la moción leonesista de la UPL con el voto a favor del PSOE y de la UPL, y se rechazó la moción leonesista del PP con el voto en contra del PSOE y de la UPL. Ahora queda la incertidumbre de cuáles son los siguientes pasos a seguir, porque, realmente, nadie que pinte algo en la UPL, ni Luis Mariano, ni Miguel Ángel Lozano, ni Sendino, ni el mismísimo Cheva, los tiene claros.
En alguna otra ocasión les he dicho que me declaro leonesista, si ser leonesista es ser reivindicativo y reclamar inversiones y mejoras para León. ¿Cómo no voy a querer que mis hijos crezcan en una tierra de oportunidades? Sin embargo, muchos entienden el leonesismo como un llanto continuo, una queja constante y una búsqueda de culpables fuera de nuestra provincia de lo que somos y de dónde estamos, sin hacer la más mínima autocrítica.
Hace 4 años, un histórico sindicalista leonesista como Matías Llorente, dijo en la misma Diputación que «no había tempero» para someter a votación una moción que pidiese la autonomía para León, haciendo alusión a las condiciones óptimas del campo para sembrar. Sin embargo, ahora parece que sí hay ese tempero. Un tempero facilitado por la disolución ideológica y moral del Partido Socialista a todos los niveles. Un Partido Socialista que vota una cosa allá y la contraria acullá, con el objetivo de seguir en el poder en contra incluso de sus principios, sin ponerse colorados lo más mínimo.
Es normal que un berciano como Courel, presidente de la Diputación, vote a favor de la autonomía para León, en contra de lo que piensa la inmensa mayoría de sus paisanos bercianos, porque su gran jefe, Sánchez, aplica el mismo criterio de supervivencia en Navarra, el País Vasco o Cataluña. Votar lo que sea por mantenerse en el poder. Ese es el único principio al que obedece el PSOE actual.
Quedó de manifiesto el «sentir mayoritario» de los leoneses respecto la autonomía, cuando a las puertas de la Diputación, se congregaron la friolera de 75 personas con pancartas y banderas. Y es que, con nuestro mayor o menor sentimiento leonesista, la sociedad lo que quiere es que nuestra provincia prospere y vuelva a ser lo que fuimos.
En el momento actual de tensiones territoriales y sociales, lo que menos necesitamos los españoles es abrir melones sin saber cómo cerrarlos y generar frustración innecesaria a los ciudadanos, sólo porque un puñado de políticos se quieran mantener en sus poltronas.