El fútbol no es una ciencia exacta y me atrevería a decir que jodidamente caprichoso. Lo es tanto a ras de césped como en los despachos. Hace mucho tiempo que el fútbol dejó de ser únicamente un deporte. El balón sigue siendo redondo, pero todo lo que le rodea se ha ido contaminando de los males que acechan al mundo en el que vivimos, donde la violencia, la corrupción, la manipulación y el poder del dinero son titulares indiscutibles.
Con el revuelo que tenemos en el fútbol patrio, del que creo que sólo podremos conocer toda la verdad pasado el tiempo y con cierta perspectiva, huyendo del revanchismo y de las medias verdades y mentiras a medias, va la FIFA y comunica que España albergará el Mundial de 2030. Bueno, para ser exactos la cita mundialista se celebrará en España, Marruecos, Portugal, Argentina, Paraguay y Uruguay.
Cuando se comunicó que íbamos de la mano de Marruecos para intentar conseguir el Mundial, ya junté unas cuantas palabras en esta columna para compartir mi desilusión por el compañero de viaje elegido. Bien es cierto que, tras tener que comernos el Mundial de Qatar, ya nada puede extrañarnos.
Todavía quedan siete años para que el heredero de Naranjito llegue a nuestras vidas, pero me temo que no nos vamos a aburrir. El espectáculo, antes de que comience a rodar el balón, está garantizado. O mucho cambia Marruecos en los próximos años, que no lo creo, o España compartirá organización del Mundial con el mismo país que hace unos meses utilizó a seres humanos como carnaza, con el único objetivo de chantajearnos. Una forma de actuar que ya viene de años, pero aquí no pasa nada. También se pretenderá blanquear el espionaje que hicieron a miembros de nuestro Gobierno. Para qué engañarles, con compañeros de alineación así, es preferible quedarse en el banquillo o mejor aún, en el vestuario.
Prepárense también para la fiesta que tendremos con la elección de las ciudades españolas que acogerán partidos del Mundial y en qué estadios jugará nuestra Selección. Lo digo no vaya a ser que en algún estadio nuestro rival sienta que juega en casa. Si bien este problema es de consumo interno, antes tendremos que afrontar otro externo, que es en qué país se celebrará la final. En un primer momento los medios españoles se hicieron eco de que la final será en España, ahora resulta que Marruecos ha manifestado públicamente que espera que ese partido se celebre en Casablanca. En definitiva, hay muchos partidos todavía por jugar antes de que comience oficialmente esta cita mundialista y sus resultados son inciertos.