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Hipocresía periodística

18/11/2023
 Actualizado a 18/11/2023
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Semanas duras las que hemos dejado atrás, pero que nadie caiga en el error de pensar que la tensión y crispación generalizada va a reducir su intensidad. En este tipo de situaciones de trincheras, lo más cómodo es resguardarte en una de ellas y así al menos sentir el calor humano y apoyo de los que allí se encuentran escondidos, independientemente de que quizás los valores que defienden a ese lado carecen de ética o fomenten todo menos la igualdad. Hoy en día quedarse al descubierto en el centro del campo de batalla y mirar hacia ambos lados para intentar comprender las actitudes y posiciones de unos y otros es profesión de alto riesgo.

A los políticos ni se me ocurre instarles a que salgan de sus trincheras partidistas, ya que en muchos casos eso significaría perder su modo de vida. Aquí se ve claramente que la supervivencia económica y ansias de poder están por encima del interés general y de la honestidad que se les debería presuponer. Considero que esta ya es una guerra perdida y que salvo un milagro ya no hay marcha atrás, así que no me queda otra que resignarme e intentar vivir con ello. 

Pero lo que sí me sigue sacando de mis casillas es que cada vez más compañeros periodistas se vayan desplazando hacia un lado u otro hasta acabar metiéndose dentro de la trinchera correspondiente. Y en esto soy meridianamente claro, no hay una trinchera mejor que otra y por lo tanto los que están en un lado no son ni los buenos ni los otros los malos. Un periodista que ve y cuenta lo que sucede desde el interior de una trinchera ya no es periodista, sino comisario político. El periodista que honra a la profesión debe estar de pie ojo avizor en mitad del campo de batalla, para desde esa ubicación, relativamente neutral, contar a la sociedad lo que hacen unos y otros. Bien es cierto que esta posición conlleva estar en medio de un fuego cruzado, por lo que en no pocas ocasiones sus informaciones e incluso su persona van a recibir balazos de ambas trincheras. Pero ahí está la clave, el periodista que por su trabajo está en la mira de los francotiradores de las dos trincheras es que está ejerciendo su labor profesional correctamente.

De lo que estoy también cansado es de la hipocresía de algunos compañeros, que valoran el ataque a la libertad de prensa y al derecho de la información dependiendo de la ideología de quién protagonice dicha actitud o del medio en el que trabaje el periodista que sufre insultos o amenazas. Los que actúan así están haciendo periodismo de trincheras, anteponiendo sus ideas políticas a los principios éticos que deberían regir la actividad periodística.

 

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