Se lo llaman a Federico de Dinamarca. Dicen que pronuncia discursos en favor de la conservación del medio ambiente, y que, a la vez, utiliza yates y aviones de máximo consumo de combustible super-contaminante. ¡Quién pudiera! Murmura la mayoría de la gente. Todos, hipócritas climáticos. Porque, vamos a ver, si el pedo (flatulencia) de una vaca supone para la atmósfera una terrible descarga asfixiante, y Don Arsenio Fernández Valladares tenía en su cuadra de Vidanes, pongamos, unas 60 vacas, la pregunta lógica sería ¿Cómo pudo sobrevivir el padre del cronista, Domingo Llamas, que era quien cuidaba de aquello en aquellos años?
Y sin embargo era de todos envidiado. A Onésimo, cuando le preguntaban qué quería ser de mayor, contestaba siempre: Yo, «criao del Señorito». Y, cuando se mataba un ternero y un toro entero (sin capar), para celebrar alguna de las bodas de sus hijas, todo el mundo se arrimaba a ver si pillaba un chuletón como dios manda. Todos animalistas hipócritas.
Luego vino lo del reto demográfico, pero eso fue porque la gente se marchaba porque, al entrar en el Mercado Común, Felipe González firmó que eran mejores las vacas y la leche de Francia, y, claro, desaparecieron las ovejas y las vacas y nos fuimos yendo a buscarnos el pan a Bilbao, a Madrid o a Barcelona; y los herederos de Felipe se inventaron lo del reto demográfico, que consiste en traer la carne de Argentina para mantener limpios nuestros valles. Por cierto, que ahora arden cada poco por falta de limpieza, la que antes hacían, paciendo, los animales.
A cambio, estos de ahora nos traen a los pueblos en verano, (Como a Barrillos del Curueño), para los cuatro niños que quedan y no son veraneantes, talleres de reparación de muros de adobe. Al menos en Cataluña, en Granollers en concreto, lo que enseñan es a tirarles artefactos a los muñecos vestidos de guardia para aprender la «guerrilla urbana». Se nota a la legua la diferencia entre la España rural y la vaciada.
Así las cosas, no es de extrañar que ocurra lo que denuncia el profesor Emilio Puente acerca de la desaparición en nuestros prados leoneses de especies como la «Fritillaria legionensi». A cambio, nos explica la «Paradoja pastoral» que viene a decir que: «Las plantas buenas, las preferidas por los animales, se reproducen más cuanto más se comen». Aunque el cronista sigue prefiriendo leer a Henri Ford, cuando escribe: «Corta y poda tu leña, y te calentarás dos veces»
Eso sí que merece una riestra larga de talleres para todos los niños de toda España. Y hasta de Dinamarca.