De vez en cuando se escucha, se lee: «escritores leoneses». Escritores y leoneses es una buena combinación. Una combinación ganadora, ha ganado premios, ha ganado lectores y sobre todo ha ganado belleza. Colinas, Luis Mateo, Llamazares, Gamoneda, Merino, Aparicio, Mestre y un largo y brillante etcétera. Pero, ¿qué pasa con la otra combinación, qué pasa con «escritoras leonesas»?
Escritoras leonesas es una combinación real, es una combinación que lleva años sucediendo, con Aldecoa, con Elena Santiago, con Preciado, y lo que es mejor: está sucediendo ahora mismo y va a seguir sucediendo en el futuro. ¿Por qué lo sé? Me baso en datos. En estos meses publica Raquel Peláez, periodista y escritora de Ponferrada, que lanza ‘Quiero y no puedo’ desde Madrid, una crónica periodística aguda, divertidísima y bien documentada sobre la historia de los pijos y de las aspiraciones de la clase media en España. Violeta Serrano, maragata y porteña a un tiempo, novela en ‘Hijas de nadie’ vidas cruzadas de Barcelona a Buenos Aires. En breve, Noemí Sabugal, que desde Santa Lucía nos asombró con ‘Hijos del carbón’, vuelve al ensayo con ‘Laberinto mar’, un viaje por las costas españolas. Yo misma lo haré en enero con ‘Cordillera’, una novela oscura sobre nuestra relación con la naturaleza, contada por una pastora trashumante, un biólogo que estudia al oso pardo y una osa, y ambientada en Luna, Babia y Laciana. Mundos distintos, estilos distintos, actitudes distintas. Con algo en común: escritoras leonesas.
Escritoras leonesas hay más, muchas más, os ofrezco estos nombres porque a ellas las conozco. Porque Raquel. Porque Violeta. Porque Noemí. Porque conozco su trayectoria. Porque existe un hilo invisible que las une, además de su tierra: son valientes, son luchadoras, y se han lanzado sin red al mar abierto de la escritura. Y lo han hecho desde una cierta periferia, lo que es aún más difícil, es el triple salto mortal.
Porque Raquel, porque Violeta, porque Noemí. Piensan, imaginan, dudan. Que duden me parece lo más saludable. Que hayan tenido dudas. Sobre su vida, sobre su literatura. ¿Debo continuar por aquí? ¿Debo cambiar de rumbo? ¿Debo dedicarme a escribir, a escribir, a escribir? Sí. Escribir, escribir, escribir. Ellas no se conforman. No se conforman con seguir la senda trazada. Decía William Faulkner que el escritor «lo echa todo por la borda, el honor, el orgullo, la decencia, la seguridad, todo, con tal de escribir el libro». Yo digo que ellas, las escritoras leonesas, lo han hecho, lo hacen.
Porque Raquel, porque Violeta, porque Noemí. Porque todas las otras que no caben en estas líneas y a quienes me gustaría conocer. Siento que de alguna manera formamos parte de una hermandad, la hermandad de las letras. Y ha llegado nuestra hora. Ha llegado la hora de las escritoras leonesas.