Resulta que no hay dinero –ni ganas– para finalizar la reforma del Hostal de San Marcos, pero la ministra Montero negocia con el Gobierno catalán la condonación de su deuda de 15.000 millones de euros con las arcas del Estado. Las reiteradas promesas incumplidas con el emblema de la hospedería leonesa claman al cielo y demuestran cuánto nos quiere el Ejecutivo central.
Aunque no lo recuerdo, una parte de mis primeros pasos en esta vida fueron por el recinto del entonces cuartel de Caballería que ocupaba lo que hoy es el Parador de San Marcos. Por el contrario, no olvidaré jamás la entrevista que pude hacer en su día en este histórico recinto a Severo Ochoa. Aquella charla con el Premio Nobel está enmarcada en mi memoria de periodista.
En el ámbito de la política los leoneses tenemos tendencia a dejarnos impresionar por los fuegos de artificio, olvidando que lo más práctico para una sociedad moderna es la gestión eficaz de sus recursos y la elección de las personas adecuadas para ello. El nefasto populismo también se ha instalado en nuestras instituciones, en la vida social. Aquí lo de «cada oveja por lo que vale» de los abuelos ha dado paso a las falsas promesas que nos han traído hasta donde estamos.
Qué decir de la pérdida de población, de la marcha de los jóvenes, de la ausencia de inversiones públicas industriales de entidad, de la Feve… A menudo nos dejamos embaucar por aquellos que sólo buscan su provecho propio. Hay ejemplos a patadas. Cada cual que señale los que prefiera.
En cierta ocasión, un periodista alemán me contó que de León sólo conocía la Catedral y el Parador, que catedrales impresionantes había visto una cuantas, pero que hoteles del empaque histórico de San Marcos apenas existían. «Algún día les mostraré a mis hijos lo bien que lo hicieron tus paisanos en su día», me dijo. «Ojalá ahora fuéramos tan espabilados como antes», le contesté.