Es el tipo que el año pasado soltó, HOSTIA, la escritora. Hoy va disfrazado de Trump, con peluca y visera roja, y arenga al público con pancartas donde se lee: «Make León Great Again». Y debajo: «Facer Llión Grande De Nuevo». Me dice, yo soy el que dijo, HOSTIA, la escritora, y tú lo contaste en el periódico. Entonces se fija en mi hermana Uge que lleva un cartón con las portadas impresas de mis libros, nos reímos. ¡HOSTIA, la otra escritora! Y luego nos zambullimos en la riada del Carnaval en La Bañeza.
Hay una pareja que representa ‘First Dates’, ella (él) es paramesa y él de la Valduerna o viceversa. Uno tiene vacas, a ella le va a la marcha. Charlan en una mesita frente a un público nutrido. Él es Godón-Roberto Lobato y a él le llaman Pinto, no me preguntéis su nombre en el no-Carnaval. También están los de la cazuela de ancas de rana. Llevan desde las ocho de la mañana montándola en la Plaza Mayor. Una cazuela gigante, de varios metros de diámetro, con su salsa roja (de tela) y tres ranas humanas flotando dentro. Se quitan la cabeza ranuda y saludan. Son de Huerga, creo. Barro hay mucho, barro del sur, de esta tierra roja y arcillosa de donde salieron los mejores alfareros del mundo. Además de la cazuela, está el hormiguero gigante, ‘Bañezants’. Le digo a mi hermana, pregunta tú, que tengo que hacer mi columna. Y ella, mi yo disfrazado, pregunta como una periodista avezada: ¿cómo lo hicisteis? Poliuretano y cola y luego lanzábamos la tierra (roja) a puñados. El tipo, vestido de hormiga, escenifica el lanzamiento. Para cubrir esa estructura de varios metros debieron de ser muchos lanzamientos, pienso. Entonces me lo imagino como una performance artístico-telúrica que perfectamente podría formar parte de la feria Arco, inaugurada esta semana en Madrid. He visto obras de arte no tan alejadas de esto y, desde luego, no tan auténticas. Por supuesto, hay grandes bañezanismos: la barra de una discoteca mítica, Ramses II, con su cubículo de luces estroboscópicas. De pronto pasa un batallón elegantísimo, ah, que es don Juan Carlos con sus marineros y Bárbara Rey (él) envuelta en pieles y con una chapa que reza, I love Juan. Me hago una foto con ellos.
Después, el desfile del martes vendrá a lo grande. Otra cosa no, pero en la comarca lo que sobran son coches para ir a regar y tractores para labrar. Así que pasa un coche tuneado como Fani and Furiu, y un tractor-Mad Max, y un tractor-pirámide con su cohorte de egipcios detrás, y un tractor-templo con sus chamanes, y las charangas y las maracas, y todo esto, con un frío del demonio y chispas de nieve que los danzantes soportan, como bien sé, con camisetas térmicas y gruesos leotardos por debajo de los disfraces. Las botellinas de orujo también ayudan, claro. ¡Viva el Carnaval! ¡Adiós Carnaval!